En nuestra Carta Magna, concretamente en el artículo 119 se establece que la justicia será gratuita cuando así lo disponga la Ley. De un tiempo a esta parte y con la situación actual, esta percepción de la justicia gratuita se ha difuminado, e incluso se piensa que se ha terminado con ella. Y más cuando los baremos para acceder a ella parecen irrisorios.
El artículo 119 de la Constitución Española, no es en sí un derecho, sino que el derecho a esta justicia gratuita reside en el artículo 24 en relación con la tutela judicial efectiva ¿Por qué se hace necesaria esta tutela judicial? Desde el momento en el que como ciudadanos otorgamos al Estado el conocido ius puniendi necesitamos una serie de garantías.
Pero aquí no queremos cuestionarnos la naturaleza de ser del derecho a la tutela judicial efectiva de una manera abstracta. Pretendemos concretar el derecho al acceso a la justicia gratuita en nuestros días, porque se nos viene a la mente el “Poderoso caballero es Don Dinero”.
Ante un proceso judicial de la jurisdicción penal, el hecho de estar representado por un experto abogado o por otro puede ser determinante. ¿Dónde queda la igualdad en todo esto? ¿Es realmente justo que el dinero sea el que marque una resolución judicial? ¿O el hecho de poder o no recurrir una decisión se puede concebir en base al nivel económico de los representados?
Con esto no queremos cuestionar la labor de jueces y magistrados, sino más bien los escrúpulos de ciertos abogados. Los juristas somos representantes de tres principios del Derecho: vivir honestamente, no dañar a otro y dar a cada cual lo suyo. Pero ¿dónde quedan estos preceptos cuando se desvalora de una manera tan clara la concepción de justicia?
Dentro de un proceso judicial, se entiende que se necesita la labor de un abogado que se determina como “defensor” de la parte, pero su labor debería ser de guía dentro de todo el entramado procesal. Hasta cierto punto, se puede entender que un abogado defienda a un criminal, para que de algún modo vea disminuida la pena, pero ¿qué justificación tiene que un abogado “defensor” intente que una persona inocente vaya a la cárcel? En mi opinión eso no es guiar.
La libertad de la misma manera que la igualdad, no es un producto que se venda en función de la oferta y la demanda, pero la manera en la que se comportan los juristas dentro de las salas está derivando en una situación en la que valores básicos de nuestro ordenamiento, de lo que es base en nuestras vidas cotidianas queden a merced de los acontecimientos económicos. Se le pone precio a nuestra libertad.
Los filósofos nos hablaban de determinismo y pensábamos que habíamos alcanzado la égalité, fraternité et liberté. Pero hemos sido ingenuos, seguimos manipulados y en manos de un puñado de actores que simplemente representan su papel ante nuestros ojos dentro de los juzgados. Mi única esperanza reside en los jueces y magistrados, pero la desilusión viene de la mano de la excesiva carga de trabajo de estos profesionales, que no solo deben representar en su grado máximo a la justicia sino tienen que ver como día a día, personajes sin escrúpulos intentan burlarse de la manera más, si me permiten la palabra, soez de la justicia.
¿El límite? Aún está por ver.
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