Abro el año 2021 con un debate que me resulta estimulante: ¿Podría la inteligencia artificial sustituir la capacidad creativa de los seres humanos en el futuro?
Como experta en creatividad debo decir que ya la propia definición de creatividad es compleja y no existe una única forma de aproximarse a ella. Podemos entender la creatividad como el proceso que nos lleva a elaborar nuevas soluciones, en el que la investigación, la combinación de ideas, la intuición y la verificación de las soluciones juegan un papel importante. O hacer alusión a ella centrándonos en la solución en sí, si esta es creativa o no y el valor de utilidad que aporta. O ceñirnos a la actitud creativa de la persona que genera esas nuevas ideas o soluciones. Lo anterior me lleva a explorar esta comparativa entre persona creativa VS máquina creativa, desde diferentes ángulos.
Criterios para considerar una solución como creativa e innovadora
Para considerar un producto o solución como creativos, atendemos principalmente a 2 criterios: la innovación o novedad y el valor que aporta.
- El criterio de la novedad. Un producto, servicio o solución se puede considerar creativo si aporta una novedad u originalidad. Y esto es atribuible a obras de arte, a la ciencia y en un sentido superior a una nueva forma de pensar o actuar o incluso organizarse.
- El criterio del valor. La nueva creación debe cumplir una función, solucionar un problema, o en definitiva ser de utilidad para un conjunto de la población en un contexto determinado.
Desde esta perspectiva, varios autores afirman que la IA es claramente creativa ya que existen creaciones originales en música, arquitectura, las artes, los negocios o las ciencias que han sido desarrolladas por algoritmos inteligentes.
Surgimiento de la creatividad computacional ¿Qué es?
La utilización de esta tecnología sigue en boga, tanto es así que, en los últimos años, surge un subcampo de la Inteligencia Artificial, llamado Creatividad Computacional que hace alusión al estudio del desarrollo de software que presenta un comportamiento que sería considerado “creativo” en seres humanos.
Dentro de este campo destaca la prestigiosa psicóloga e investigadora en inteligencia artificial, filosofía, y ciencia cognitiva e informática, Margaret Boden, quien asegura que los ordenadores tienen comportamientos creativos. En sus obras, La mente creativa. Mitos y mecanismos, 2012 y Computer Models of Creativity, 2009, Boden distingue tres tipos de procesos creativos:
- Creatividad combinatoria. Principio por el que algo nuevo se crea partiendo de ideas o cosas que ya existen. Por lo que nada es totalmente original si no que sería una recombinación de imputs existentes lo que desencadenaría las nuevas creaciones. Es decir, “la combinación poco común de ideas comunes”.
- Creatividad exploratoria. Hace referencia al proceso de explorar las diferentes posibilidades dentro de un campo de conocimiento. Sería la creatividad típica de los perfiles matemáticos en la demostración de teoremas, o de los músicos en la composición de nuevas melodías.
- Creatividad transformadora. Sería el proceso más transgresor de todos capaz de redefinir un campo de conocimiento por completo, o introducir o provocar una disrupción en los paradigmas dominantes de un espacio de pensamiento generando uno nuevo. Algo así como “cambiar las reglas del juego” por completo.
En este sentido y dadas las características de los sistemas de IA, podríamos decir que a día de hoy éstos sí pueden “crear”, al menos dentro de las dos primeras categorías, puesto que muchos de los algoritmos inteligentes se especializan en encontrar patrones y recombinarlos para generar nuevas soluciones, guiados por una serie de leyes o normas que velan por el éxito de las soluciones.
¿Pueden los algoritmos inteligentes generar creaciones originales?
La composición de melodía asistida por ordenador sitúa en 1958 el trabajo pionero más conocido y recae en las investigaciones de Hiller e Isaacson. Su principal resultado es la Suite Illiac, un cuarteto de cuerda que fue compuesto siguiendo el enfoque de resolución de problemas usando una metodología de «generación y prueba» utilizando el ordenador ILLIAC.
Sin embargo, probablemente el trabajo más conocido sobre composición por ordenador que usa inteligencia artificial sea el proyecto EMI de David Cope (Cope 1987, 1990). EMI, es capaz de simular los estilos de compositores como Cope, Mozart, Palestrina, Albinoni, Brahms, Debussy, Bach, Chopin o Stravinski.
EMI busca patrones recurrentes en las obras de un compositor. Estos patrones se denominan “signaturas”. Para crear una nueva obra, Emi ubica estas signaturas siguiendo una de las obras del autor a modo de guía. El programa utiliza un modelo estadístico que incluye las restricciones usadas por el compositor en sus obras, y compone así los motivos que han de insertarse en los espacios vacíos entre signaturas. La inserción correcta se consigue usando una Red de Transición Aumentada (Woods 1970).
Inteligencia artificial y creatividad también en el arte
Encontramos otros ejemplos también el arte, como es el caso del colectivo Obvius, que ha diseñado un algoritmo capaz de crear un retrato de estilo clásico, empleando una Red Generativa Antagónica – GAN. Partiendo de un repositorio de más de 15.000 retratos clásicos, y un discriminador, GAN identifica las diferencias entre las creaciones humanas y las de una máquina y con este aprendizaje el algoritmo mejora sus creaciones hasta el punto que parecen elaboradas por una persona. GAN es capaz de reproducir cualquier estilo artístico.
En el terreno del juego, también disponemos de ejemplos en los que las máquinas reproducen comportamientos creativos. Aunque en estos ámbitos las reglas están predefinidas. Los algoritmos ganan porque aprende a jugar bien dentro de estas limitaciones.
La IA podrá generar nuevas combinaciones pero no cambiar las reglas del juego
En todos estos casos se demuestra que la inteligencia artificial puede llegar a tener cierta capacidad creativa o innovadora, y que se relaciona con la identificación y recombinación de información existente siguiendo ciertas reglas o modelos. Sin embargo, quedaría pendiente confirmar que una máquina fuese capaz de producir cambios en la percepción de dichas áreas de conocimiento. Cambios en las reglas del juego para generar nuevas reglas y dimensiones.
Una disrupción tal que haga posible cambiar las normas de la composición en el mundo de la música, por ejemplo, tal y como lo hizo Schoenberg (1874,1951) con su música asonante. El autor cambió el concepto que la gente tenía de la música. Schoenberg se convirtió en el compositor más creativo e influyente del siglo XX. Su obra supuso un impulso radical a las técnicas de composición y sus fundamentos teóricos incluyen desde la atonalidad y la música dodecafónica hasta la música serial y la música electrónica.
¿Podría existir una IA que invente nuevos paradigmas?
Imaginemos por un momento, una IA capaz de desencadenar esa creatividad disruptiva y transformadora que de lugar a un nuevo contexto por completo. ¿Podría llegar a existir? El debate se vuelve cada vez más interesante.
El catedrático de filosofía de Harvard Sean Dorrance Kelly, asegura que “la creatividad es, y siempre será, una capacidad única de los seres humanos”. En su ensayo filosófico, expone argumentos contundentes que hablan de ello.
Diferencias entre la creatividad basada en la inteligencia artificial y la humana
Llegados a este punto hago alusión a ese enfoque de la creatividad que explora el comportamiento y las aptitudes que diferencian a las mentes más creativas. Aspectos como la autonomía e independencia, la curiosidad, la motivación intrínseca, las emociones o la empatía son algunas de estas características que vinculan a las personas con su potencial creativo.
Mientras las máquinas se nutren básicamente de datos, aunque en diversos formatos y a gran escala, las personas incorporamos experiencias, sentimientos y emociones a nuestra capacidad inventiva. Lo cual hace que ciertas creaciones sean realmente genuinas.
Por otro lado, nuestra capacidad empática, hace posible que seamos capaces de identificar las necesidades de nuestro entorno lo que nos lleva a innovar en una dirección concreta con el objetivo de aportar soluciones reales a problemas de la sociedad.
Algunas conclusiones sobre el futuro de la creatividad
Como ya hemos puesto sobre la mesa, hasta el momento parece más difícil que una IA sea capaz de provocar una innovación disruptiva que de lugar a un nuevo paradigma, saltándose las reglas impuestas y creando otras completamente nuevas.
Sea como fuere, y lo dejo para la reflexión, quizá el debate no tenga que girar en torno al miedo de si la IA podría llegar o no a sustituirnos en ciertos campos, si no considerar en todo caso la posibilidad de co-crear en una dirección que sea favorable y aportante para la sociedad, su supervivencia y su futuro.
Y para ello sin duda lo que sí toca es desarrollar nuestra capacidad creativa al máximo. Adaptar nuestra forma de pensar a los nuevos tiempos, preparándonos para un futuro incierto y cambiante a gran velocidad que ofrece unas posibilidades increíbles para quienes quieran y sepan aprovecharlas.