La traducción jurídica es una de las especialidades más demandadas dentro del campo de la traducción. Como puedes imaginarte, esta requiere no solo un dominio alto de los idiomas de trabajo, sino también un profundo conocimiento del derecho y de los sistemas legales de los países correspondientes. En este artículo, veremos las habilidades, formación y características que deberías tener en cuenta para convertirte en un traductor/a jurídico/a profesional.
Formación académica y certificaciones
Al comienzo del artículo, mencionamos que un traductor/a jurídico/a profesional debería tener un alto dominio de las culturas jurídicas desde y hacia las que traduce; pues bien, a la hora de traducir también es necesario contar con conocimientos lingüísticos y culturales de dichas lenguas. La mayoría de los traductores jurídicos tienen, como mínimo, un título universitario en traducción e interpretación, derecho o estudios afines.
Hoy en día, la mayoría de las instituciones públicas y privadas ofrecen programas (grados y másteres) de traducción e interpretación que incluyen una o varias asignaturas de traducción jurídica, lo que es de especial utilidad para los aspirantes que desean especializarse en ella en el futuro. Lo mismo ocurre con las formaciones en derecho, que hoy en día abordan los sistemas jurídicos y la terminología de otras culturas en algunas asignaturas.
Además, las certificaciones profesionales son altamente valoradas en este campo. La pertenencia a asociaciones de traductores, como pueden ser ASETRAD (Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes) o la American Translators Association (ATA) en Estados Unidos, pueden proporcionar ventajas significativas y nuevas oportunidades laborales.
Conocimiento del derecho
A parte del dominio de dos o más idiomas, un traductor/a jurídico/a debe comprender profundamente los sistemas legales de los países cuyos idiomas traduce. Esto incluye familiarizarse con la terminología legal, los procedimientos judiciales y las particularidades de los textos jurídicos, como contratos, sentencias y leyes.
Esto es de especial importancia en culturas jurídicas muy diferentes, como puede ser el caso de la anglosajona y la latina. En esta combinación lingüística, el/la traductor/a deberá no solamente ser capaz de solventar las diferencias lingüísticas y culturales, sino prestar especial atención a aquellas partes que puedan ocasionar problemas de comprensión.
Por ejemplo, el concepto del trust es propio del derecho anglosajón, e implica la transferencia de la propiedad de bienes a una persona o entidad que los administra en beneficio de otra persona o grupo de personas; pese a que en la cultura jurídica latina contamos con una figura similar (fideicomiso), no es siempre al 100% equivalente. El traductor/a jurídico/a deberá por tanto buscar una alternativa para mostrar dicha diferencia.
Atención al detalle
El dominio de los idiomas de trabajo incluye no solo una gramática y vocabulario amplios, sino también una comprensión profunda de las sutilezas culturales y contextuales que pueden afectar la interpretación de un texto legal. La precisión es imprescindible en este campo, ya que una traducción incorrecta puede tener consecuencias legales graves.
Imagínate que un traductor o traductora está trabajando en la traducción de una sentencia judicial. Un error en la traducción de una fecha o de una cifra puede llevar a una interpretación incorrecta del fallo, afectando así la ejecución de la sentencia. La atención meticulosa a cada detalle es esencial para evitar tales errores.
Ética profesional y confidencialidad
Los traductores/as jurídicos/as manejan información muy sensible y confidencial. Es muy importante adherirse a estrictos códigos de ética profesional, que incluyen mantener la confidencialidad de todos los documentos y comunicaciones. Al fin y al cabo, la confianza de los clientes depende de la integridad y atención del traductor/a, y los errores de este tipo pueden ocasionarle problemas legales.
En casos de divorcio internacional, por ejemplo, un traductor/a jurídico/a puede tener acceso a información financiera y personal delicada. Es parte de su responsabilidad el mantener esta información confidencial y asegurar que no se divulgue sin autorización.
Experiencia y especialización del traductor/a jurídico/a
Por último, la experiencia en la traducción de documentos específicos del ámbito jurídico también forma parte del valor del traductor/a. Con el tiempo y una vez asentados en el mercado, los traductores/as suelen especializarse en las áreas del derecho más demandadas en traducción, como el derecho mercantil, penal, civil o de propiedad intelectual, lo que les permite ofrecer traducciones más precisas y matizadas.
Un traductor o traductora que se especializa en derecho de propiedad intelectual desarrollará un gran dominio de patentes, derechos de autor y marcas registradas, lo que le permitirá manejar con destreza la terminología y los conceptos específicos de este campo; además, si hace uso de herramientas de traducción asistida (TAO), reducirá considerablemente el tiempo que deberá invertir al proceso de traducción.
¿A qué esperas?
El campo de la traducción requiere una formación lingüística y jurídica muy completa, pero es una de las especialidades más gratificantes y demandadas en la actualidad. Si dispones de todas estas cualidades o te gustaría desarrollarlas más con el fin de especializarte en esta área, te animamos a que eches un vistazo a nuestro Diplomado en Traducción de Textos Especializados, en el que adquirirás una base general sobre la traducción, la profesión del traductor/a, problemas de traducción y diferentes especialidades.