En un post anterior, desglosamos brevemente, los siete primeros factores generadores de estrés laboral, según el Informe Europeo de Estrés Laboral de 1999. Hoy, repasaremos los siete siguientes, que son:
Factor 8. Falta de influencia o de margen de maniobra para decidir
Es uno de los factores primordiales. Cuando el trabajador tiene el sentimiento de que se confía en él para que se encuentre la mejor manera de hacer frente a una determinada carga de trabajo y, además, se le anima a que decida autónomamente cómo hacerle frente, transforma esa situación de carga en un desafío estimulante. Si no tiene margen de maniobra o cierta libertad de decisión, la situación se invierte, llegando a ser frustrante para él.
Factor 9. Exposición a la violencia o a la amenaza de violencia
En ciertos puestos de trabajo hay una exposición real a la violencia física. Se da sobre todo en entornos de trabajo abiertos, es decir de cara al público o con objetos de valor y dinero en efectivo. Aquí si hablamos de una amenaza real que puede afectar la integridad física del trabajador. Incluso si esta no llega a materializarse, los insultos y la inminencia del peligro son factores estresores de primer orden.
Factor 10. Discriminación e intimidación
La competencia por unos recursos limitados e insuficientes y en unas condiciones de desempleo elevado, puede llegar a provocar situaciones de discriminación y persecución sobre casi cualquier tipo de colectivo. Estas se basan en la pertenencia étnica, la religión, el género, la orientación sexual y en definitiva, casi sobre cualquier otra característica que el que discrimina considera negativa según su forma de pensar. Esta discriminación puede ser activa (insultos o agresiones físicas) o pasiva (mediante la denegación de las mismas oportunidades en igualdad de condiciones).
Factor 11. Exposición profesional a factores físicos nocivos
En muchos trabajos se está expuesto de forma directa a contaminantes físicos, químicos o biológicos dañinos para el organismo, además, el miedo a sus posibles efectos negativos es por sí mismo un factor independiente de estrés para el trabajador.
Factor 12. Capacidad y competencias inadecuadas
Las competencias profesionales deben renovarse con el tiempo, si no hay un aprendizaje permanente, el capital intelectual de los trabajadores se hace obsoleto. Por otra parte los cambios y reestructuraciones del mundo laboral pueden obligar al trabajador a aceptar empleos no deseados, para los que se está poco o demasiado calificado y que no corresponden a sus capacidades y competencias.
Factor 13. Errores que pueden producir riesgos para la salud o la vida de terceros
Existen muchas profesiones (controladores aéreos, personal sanitario, manipulación y transporte de explosivos, entre otras) en las que un pequeño fallo de apreciación puede tener resultados catastróficos para la salud y el bienestar de terceros o de uno mismo, además de unas consecuencias económicas negativas enormes. Estas situaciones si se combinan con una alta presión en el trabajo y un temor constante al error sostenidos en el tiempo, pueden configurar escenarios altamente estresantes.
Factor 14. Riesgo de perder el empleo
Que un empleo estable, es cada vez un bien más escaso en la Unión Europea en general y en nuestro país en particular, es una realidad conocida. Para una parte de los trabajadores bien formados, llenos de recursos y ligados a sectores productivos en alza como los tecnológicos, la amenaza constante y fluctuante del despido es un reto más que una carga. Para otros por su bajo nivel de instrucción, por pertenecer a sectores productivos obsoletos, por ser demasiado jóvenes o demasiado mayores, por no tener la cualificación necesaria o por ser simplemente discriminados, esta amenaza es muy real y muy dañina para su salud.
En resumen estos son los principales factores de estrés que pueden encontrarse en el ámbito laboral, pero no son todos ni serán los únicos. Hemos dejado claro en los últimos post, que conforme las condiciones laborales cambian, el nivel y la forma del estrés laboral cambian con ellas. Somos una especie muy sensible ante ciertas situaciones que escapan a nuestro control o que sentimos que nos oprimen. Lo bueno es que también somos una especie que tiene una capacidad de adaptación y de recuperación extraordinarias.
En las próximas entregas veremos cuáles son las políticas, programas y actuaciones que las empresas pueden implantar para reducir los niveles de estrés entre sus empleados, lo que dicho sea de paso, siempre redunda en una mejora de la productividad y por tanto de los beneficios. Por otra parte, abordaremos también cuáles son las estrategias y herramientas que deben desarrollar los trabajadores a título personal, para controlar y canalizar el estrés y que éste no se acabe convirtiendo en un problema crónico de salud.
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