Podemos definir la apicultura como “la ciencia aplicada que estudia la abeja melífera y mediante la tecnología se obtienen beneficios económicos”.
España es el principal país productor de miel en la Unión Europea (UE) y entre los 12 primeros del mundo, con mayor número de colmenas y apicultores especializados.
A pesar de la gran calidad y lo valorada que está nuestra miel, el 2.014 se marcó un antes y un después en el sector. Se alcanzaron precios record de compra de miel, debido a una tibia normativa que no obliga a detallar la procedencia de la misma (Directiva 2014/63/UE), ya que permite a los operarios etiquetar mieles de fuera de la UE como «mezcla de mieles no UE» sin indicar procedencia. La producción de miel en España se sitúa en torno a las 34.000 Tm (datos S.G. Estadística MAGRAMA, 2011).
Si la apicultura destinada a la miel nos deja comprometidos, no es mejor su uso polinizador. No puede dejar de sorprender saber que de cada tres bocados de alimento que consume el ser humano, al menos uno depende de la polinización y la mayor parte de ella, de la realizada por las abejas melíferas. El número de apicultores en España es de más de 24.755, de los que el 19,1% son profesionales (datos REGA a 1 de enero de 2013).
A nivel nacional, el valor generado por la polinización realizada por los insectos en la agricultura sumaría 2.401 millones de euros, el 11,1% de la facturación en origen de los principales cultivos españoles, que en global suponen 21.653 millones según estimaciones de Greenpeace que pretende valorizar a este insecto, clave para el mantenimiento del ecosistema y de la propia producción agraria.
La polinización es un proceso esencial, tanto para los ecosistemas terrestres naturales como para los gestionados por el hombre; resulta vital para la producción de alimentos y los medios de vida de los seres humanos, relacionando directamente los ecosistemas silvestres con los sistemas de producción agrícola.
En los últimos tiempos, parece que tanto la abundancia y diversidad de polinizadores silvestres, como la abundancia de las abejas domésticas se encuentran seriamente amenazadas. Este descenso de las poblaciones de polinizadores, ha llevado a los investigadores a tratar de evaluar, del modo más fiable posible, las potenciales pérdidas económicas que esta tendencia podría suponer, y a estimar el grado de dependencia de la agricultura mundial de los animales polinizadores.
Los factores que pueden afectar a la diversidad y abundancia de polinizadores son:
- modificaciones en el uso del territorio.
- utilización de productos químicos.
- Introducción de especies exóticas.
- cambio climático.
Dada la evidencia de la pérdida de polinizadores y sus riesgos asociados, invertir en el desarrollo de acciones de mitigación, tales como programas agroambientales, redes de áreas protegidas, gestión de polinizadores alternativos o labores de divulgación y educación ambiental, resulta esencial para asegurar la sostenibilidad de los servicios de polinización en un mundo cambiante como el nuestro.
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