Empresas organizadas, empresas con éxito
Miguel Ángel González Cernuda
Ya lo decía Peter Drucker: “El propósito de cualquier organización es habilitar y preparar a la gente para que sean capaces de desempeñar cosas extraordinarias”.
Toda organización empresarial aunque parezca obvio debe estar perfectamente organizada y orquestada para dar lo mejor de la mejor forma que le sea posible. Quizás este planteamiento suene a utopía, pero ponerlo en marcha no es nada fácil y la clave son las personas que forman parte de la empresa y como son los flujos productivos y sinergias existentes en la misma.
Es el momento del empowerment, del engagement, pero sin una psicología organizacional correcta no se consigue la meta. Sin un sistema humano colaborativo y coordinado no se llega a ningún fin. Sin atender el carácter social de los integrantes de la empresa nada que se diga tendrá el calado y la repercusión esperada.
Si el comportamiento de las personas en el entorno laboral no es correcto, se antoja difícil la materialización de cualquier proyecto. Si no nos conocemos a nivel interno en la organización, sino somos conscientes de los gaps comunicacionales, productivos y operativos relativos a las interacciones necesarias para sacar adelante la compañía a través de las sinergias entre diferentes áreas de negocio, el cliente que es quien recibe de forma directa la proyección de la empresa no valorara ni se sentirá participe de algo grande si los empleados no tienen la percepción y visión correctas.
El punto de partida para que funcione consiste en la correcta selección de los perfiles que formaran parte de la organización empresarial. No basta con parecer bueno sino que hay que serlo y demostrarlo cada día con actitud y aptitud. Lo segundo lo damos por hecho en base a experiencia previa y hoja curricular, pero lo primero es más difícil de mantener, conseguir y hacer crecer. El departamento de recursos humanos es el catalizador de toda esta performance. Si queremos mayor y mejor productividad, las personas deben sentirse grandes en todos los parámetros: económicos, sociales, personales y aspiracionales. Algo tan comentado como la escucha activa es un ejercicio que rara vez hacemos de manera formal y seguida. Bien es cierto que realizamos encuestas de satisfacción, planes de mejora del empleado, planes de carrera, incentivos, etc… pero a pesar de ello en la mayoría de los casos seguimos siendo zombis alienados donde otorgamos tiempo por dinero, sin más implicación que esto. Una organización empresarial fuerte es aquella en la que sus personas tienen una implicación que va más allá del sentido ético-productivo por el cual son contratadas. Aportar valor a través de sugerencias, mejoras por medio de la colaboración interdepartamental, hacer mejor al prójimo a partir de nuestra ayuda es un cambio de mentalidad difícil de articular en la empresa. Si no cambiamos el paradigma organizacional a través de una correcta cultura empresarial será difícil jugar a innovación, mejoras de calidad y mejoras en el servicio. Es labor de todos para todos, dejemos atrás el aislamiento alienado que hemos adoptado como cotidiano.