El término lovemarks, anglicismo que no está recogido aún por el diccionario de la RAE, hace referencia a los tipos de consumidores que aprecian y valoran una marca de forma significativa, produciendo la propia marca una serie de sentimientos positivos en el consumidor que lo convierten en un cliente fiel y con alta predisposición a recomendar el consumo de los productos de esta marca. El término, en sí, es una evolución hacia la parte más subjetiva de los prescriptores de marca.
Aunque el concepto pueda parecer novedoso, este lleva existiendo desde que existen las marcas, y mucho antes de que las empresas usaran para promocionarse grandes medios de comunicación o canales personalizados de comunicación online, ya había consumidores dispuestos a, por ejemplo, privarse del uso de un producto unos días si este se encontraba agotado, aunque hubiera otro de características similares al lado, pero de diferente marca.
Lovemarks para reforzar la imagen de marcas
Por este motivo, hablamos de los lovemarks como unos de los mejores y más rentables difusores que una marca puede tener. Estas personas, aunque no influyentes al 100% en el resto de usuarios (debido al sentimiento de subjetividad que pueden transmitir al mostrar su profundo apego a la marca), si son necesarios para toda marca que se precie.
No tenemos que hacer demasiada memoria para recordar a algún conocido recomendándonos algún producto con el que está muy satisfecho, que del mismo modo, cuando la marca lanza una nueva gama del mismo producto , este no tarda en adquirirlo y recomendarlo a los demás. También es fácil que nos venga a la mente alguna noticia del lanzamiento de un nuevo producto para un determinado día, y ver en la puerta del comercio en cuestión cientos de personas que quieren ser los primeros en adquirir y disfrutar este producto. Estos, son cientos de lovemarks, los que con su actitud aportan un intangible de “calidad” al producto.
Este sentimiento se basa en la irradiación de confianza que proporciona a un potencial cliente las acciones masivas, que la mente humana percibe como correctas, es decir, cuando una persona ve una gran cantidad de personas realizando la misma acción de compra, es más sencillo que se plantee la compra de dicho producto, ya que este sentimiento de respaldo y aceptación de un gran número de personas les refuerza las creencias o ,como mínimo, les produce un sentimiento positivo hacia la marca en cuestión.
Cómo convertir los clientes en lovemarks
Para que una marca pueda conseguir que el proceso de transformación de clientes a lovemarks sea exitoso han de darse una serie de características. La principal, ante todo, es generar un valor añadido al producto o servicio que el cliente vea como ”vital”. Este pilar que se le va a atribuir al producto, será la causa por la que el cliente tendrá la sensación de unicidad acerca del producto. Este valor añadido, suele ir relacionado con temáticas como un especial trato al cliente, una innovación en el modo o forma del producto o, por otro lado, lazos de unión y afecto que la marca ha estado «trabajándose» durante años.