Antes de entrar al gran mundo de las inversiones, debemos de informarnos y asesorarnos adecuadamente; es imprescindible conocer los conceptos básicos antes de aventurarnos a invertir nuestros ahorros. Invertir supone asumir riesgos, por lo que en primer lugar debemos de tener claro cuál es nuestra tolerancia al riesgo; en otras palabras, nuestra capacidad para soportar pérdidas.
Además, debemos saber evaluar el riesgo, diversificar nuestras inversiones: en país, (no invertir sólo en empresas o compañías que son del mismo país), en divisa y en tipos de activos; y establecer unas metas financieras realistas, teniendo en cuenta los plazos y la fiscalidad de dichas inversiones. Siendo conscientes de que, si queremos tener una alta rentabilidad, debemos asumir un alto riesgo; pero solamente debemos de invertir aquello que podemos permitirnos perder.
Por lo tanto, lo primero que tenemos que hacer es conocer nuestro perfil inversor y marcar nuestros objetivos de inversión, determinando el plazo y el riesgo que se desea asumir; para así elegir los productos más adecuados a nuestra situación financiera.
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Distintos tipos de inversiones
Existen muchas clases de inversiones, algunas son fáciles de comprender, pero otras como las inversiones en productos financieros resultan más complejas y es necesario conocerlas con cierta profundidad. Este tipo de inversiones suponen decisiones que pueden afectar considerablemente a nuestras finanzas personales; además, debido al gran número, variedad y distintos grados de complejidad de estas, resulta imprescindible tener una educación financiera continua y asesoramiento profesional; para así comprender bien los detalles de su funcionamiento, las condiciones específicas y los riesgos de un producto de inversión en particular.
Inversiones tradicionales y alternativas
Existe una gran gama de productos de inversión que sigue aumentando. Podemos destacar, a modo de ejemplo, algunos tipos de inversiones muy conocidas, como son la inversión en acciones; invertir en acciones supone convertirse en copropietario de una sociedad, en la parte proporcional a la participación adquirida. Por tanto, el rendimiento de la inversión irá ligado a la evolución de la cotización y al reparto de beneficios de la sociedad. A diferencia de lo que ocurre con los productos clásicos de renta fija, como son los bonos, la rentabilidad de una acción no está fijada de antemano.
Un inversor en renta fija se convierte en acreedor de la sociedad emisora, mientras que el accionista es un socio propietario de una parte del capital social. Así pues, un bono es emitido por una entidad pública o privada, en el cual el inversor conoce la rentabilidad de antemano y al vencimiento, el emisor devolverá el capital más unos intereses que se pagarán de forma periódica.
También cabe destacar los fondos indexados, o fondos índice, son instituciones de inversión colectiva de gestión pasiva; que a diferencia de los fondos tradicionales intentan replicar directamente el comportamiento de un índice bursátil concreto (IBEX 35, S&P 500, Eurostoxx 50, etc…) en lugar de batirlo. Esto hace que sus comisiones sean más bajas que las de los fondos tradicionales. No confundir los fondos indexados con otro tipo de fondos de gestión pasiva como son los fondos cotizados (o ETF, por sus siglas en inglés). Estos también tratan de replicar el índice de referencia de un mercado; cuya peculiaridad es que se negocian en las bolsas de valores, como las acciones.
Antes de contratar un producto de inversión financiero hay que acudir a una entidad financiera autorizada por la CNMV. Dependiendo del producto y servicio de inversión que le vaya a prestar, la entidad le realizará al cliente un test de conveniencia o un test de idoneidad; es aconsejable que consulte en los registros oficiales para asegurarse que es una entidad autorizada. Para saber más... ¡No te pierdas este artículo!: ¿Qué es un asesor financiero?¿Cuáles son sus funciones?
Aprende a invertir y gestionar tus emociones
Una vez que ya sabemos cuál es nuestro perfil inversor y elegido bien a nuestro asesor, resulta imprescindible tener los conocimientos básicos necesarios para ser conscientes de dónde estamos invirtiendo; entender en que mercado estamos trabajando, cuáles son las comisiones y características de los productos en los que estamos invirtiendo, como estamos diversificando nuestra cartera...
En definitiva, es muy importante saber qué es lo que estamos haciendo; tu asesor debe de responder todas tus dudas y no entrar en productos financieros que no lleguemos a entender o con los que no nos sentimos cómodos. Además, las emociones juegan un papel fundamental a la hora de invertir; en situaciones de incertidumbre el comportamiento humano irracional influye en la toma de decisiones de inversión, ser conscientes de ello nos ayudará a no dejarnos dominar por las emociones como: la impaciencia, el orgullo, la codicia, la euforia del momento...
Por último, no olvide vigilar sus inversiones, las circunstancias bajo las que se realizaron pueden cambiar a lo largo del tiempo. Pueden producirse cambios en los mercados financieros, en las fechas de vencimiento, incluso puede ser que haya cambiado su perfil inversor o que no esté satisfecho con los rendimientos obtenidos; podrá detectar estas situaciones y realizar los ajustes necesarios a su cartera.
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