La metodología Design Thinking o Pensamiento de Diseño es una técnica de resolución de problemas aplicable a cualquier ámbito que requiera un enfoque creativo. Actualmente recibe una amplia atención en escuelas de negocios y en centros de innovación social como puede observarse en las fuentes incluidas en las referencias al final de este artículo. Si bien el nombre puede provocar confusión, no se trata tanto de una cuestión de “diseño” sino de adoptar algunas de las dinámicas creativas que se emplean en esta disciplina: una invitación a pensar como diseñadores. La metodología permite trabajar en equipo para desarrollar innovaciones de manera abierta y colaborativa. Persigue estimular la cooperación y la creatividad rompiendo con ideas preconcebidas con el fin de generar opciones innovadoras para abordar problemas o mejorar situaciones. Entronca en este sentido con la idea de desaprender (unlearning), un esfuerzo cada vez más acuciante en nuestra sociedad que requiere distanciarse de los modelos ya asumidos para analizarlos, desmontarlos cuando sea preciso y reconstruirlos de nuevas maneras.
La centralidad de las personas en la metodología Design Thinking
El Design Thinking pone en el centro a las personas, no tanto con la visión de una investigación de mercado sino con la mirada de un etnógrafo, que observa y participa en la comunidad que investiga. Entre los beneficios que presenta destaca la empatía con los usuarios para los que se diseñan soluciones, la flexibilidad y el coste, así como la posibilidad movilizar y comprometer esfuerzos en torno a una visión compartida. Entre los riesgos e inconvenientes cabe apuntar el peligro de centrarse demasiado en las necesidad de un usuario concreto generando una solución que sólo satisface a una persona o a un pequeño colectivo (esto depende de los destinatarios a los que se dirija el proyecto), así como la necesidad de asignar tareas y de gestionar el tiempo con el fin de conducir el proceso a buen término.
El Design Thinking centra sus esfuerzos, como veremos a continuación, en empatizar con los usuarios, en generar ideas creativas y en confrontarlas continuamente con el usuario a través del prototipo como instrumento de aprendizaje, pensamiento y referencia para la evaluación de las soluciones. Se concibe como un proceso iterativo en acercamiento progresivo a una solución mejor. Para ello se debe cambiar la concepción del trabajo como algo cerrado con una entrega final y definitiva para cambiarla por un proceso de gestión de la incertidumbre y del fracaso. La evaluación en Design Thinking no tiene como resultado una calificación sino un aprendizaje. No es el final del proceso sino que da pie a una nueva acción: la implementación de mejoras.
Existen diversas propuestas para concretar una metodología de Design Thinking. Por ejemplo, la agencia IDEO ha creado, con un enfoque en el sector educativo, el recurso Design Thinking for Educators que pone a disposición de los docentes un documento (toolkit) sobre cómo aplicar la metodología.
Design Thinking en 5 fases
Una alternativa, que es la que hemos optado por seguir, es la desarrollada por la Design School (d.school) de la Universidad de Stanford. Las distintas fases que proponen son:
- EMPATIZAR / Comprender al otro. Se pretende descubrir las necesidades y aquello que es importante para el otro, para el que diseñas, por ello es importante llegar a comprenderlo, observando pero también participando de forma activa.
- DEFINIR el reto o el problema. Se busca clarificar y concretar el problema que vamos a abordar de manera que sea significativo y que podamos diseñar soluciones viables. La definición del problema es fundamental para que el proceso de diseño tenga éxito.
- IDEAR posibles soluciones. Consiste en generar ideas desde las más atrevidas a las más comedidas que permitan generar soluciones innovadoras y eficaces.
- PROTOTIPAR modelos tangibles con las soluciones. Se diseña una solución y se crea de manera tangible. No se trata de presentar la idea del proyecto de forma oral, sino con un artefacto, digital o físico dependiendo el tipo de propuesta que se formule. Prototipar nos ayuda a pensar como creadores y a comunicar con nuestro cliente o usuario. Además en un método más barato para optimizar un producto o un proceso a través de aproximaciones progresivas a una solución satisfactoria mediante un procedimiento de fallo y error.
- EVALUAR los prototipos. Como apuntaba anteriormente, la evaluación no tiene como resultado una calificación sino un aprendizaje. Se trata de mostrar y confrontar con el usuario para aprender de él y generar un prototipo cada vez mejor.
Aunque se presentan de manera sucesiva, se trata de un proceso iterativo, en el que en función de las diversas necesidades se puede volver atrás tantas veces como sea necesario.
Encontrar soluciones creativas gracias al Design Thinking
Para concluir, el Design Thinking es una metodología para trabajar el desarrollo de soluciones creativas e innovadoras. Toda innovación lleva aparejada un elevado porcentaje de fracaso. Innovar es en ese sentido asumir riesgos para idear y adoptar soluciones antes no exploradas en un determinado contexto. Para evitar el desaliento es importante considerar que las mejoras son casi siempre incrementales, no radicales. Para innovar es importante desaprender la forma en que ya hacemos las cosas, distanciarnos de las ideas preconcebidas y abstraerse de las soluciones actuales.
Esta entrada fue publicada originalmente en la web de Esteban Romero y ha tenido la gentileza de compartirlo con nuestros lectores.