Hace algunas décadas atrás se pensó que la relación laboral establecida de manera científica y sistémica podría ser algo relativamente fácil si ambas partes, es decir la organización y las personas, tenían claro los acuerdos implícitos y explícitos de la relación laboral.
Hoy en día se sabe a ciencia cierta que existe un vínculo muy estrecho y complejo entre la empresa y el capital humano más allá de lo estrictamente formal. Desde el primer momento que una persona pasa a forma parte de un grupo laboral, comienza a modificar este entorno, pero a su vez, la empresa inicia un proceso de influencia en las construcciones mentales de sus miembros. Así, la relación de influencia es tan dinámica como la vida misma y así como sucede en el ámbito de lo cotidiano suceden conflictos, tropiezos, encrucijadas y caminos inesperados.
Esta suerte de encuentro humano y empresarial está conectado e influenciado por las relaciones interpersonales, el flujo de información, la toma de decisiones y los componentes administrativos relacionados con demandas técnicas, cognitivas y conceptuales. La diversidad de las personas y la capacidad de integración dan lugar a lo que se conoce como el clima organizacional, un constructo muy importante para entender las formas en que las personas se sienten cómodas o felices en sus trabajos.
El salario espiritual
En este contexto, es fácil comprender que las organizaciones han tenido que reinventarse para satisfacer las demandas de un trabajador que se somete a un entorno conflictivo y exigente, un trabajador que busca consolidar un salario espiritual muy por encima de cualquier motivación económica. Se asiste al surgimiento de un recurso humano que quiere ser parte de la toma de decisiones y ser a su vez el protagonista de su propio libreto laboral donde usen a plenitud su potencial, conocimiento, motivación y empatía.
Desafortunadamente las personas siguen viendo su entorno laboral con bastante apatía, no sólo porque la remuneración económica pudiera ser limitada, sino porque el ámbito de trabajo dista mucho de ser un espacio motivador. Esta realidad hace que el día a día del trabajador sea una pesadilla y merma de manera significativa el rendimiento de la empresa. Los estudios rigurosos en el campo empresarial siguen haciendo investigaciones “in situ”, revelando desde diferentes ópticas que las compañías de todo el mundo están usando métodos de motivación laboral de alto impacto y estas estrategias logran ser efectivas cuando el trabajador convierte su entorno en un segundo hogar con todo lo que esto implica.
La relación persona-empresa
La idea de ver a la empresa como un segundo hogar puede parecer una quimera o parte de una película de ciencia ficción, sin embargo valdría la pena repensar la relación laboral desde la famosa expresión popular “aires de familia”. Solo decir que el lugar de trabajo sea un segundo hogar, nos coloca en el ojo del huracán pero a su vez nos permite generar una nueva lectura sobre la relación persona-empresa. Evidentemente la visión humanística-sociológica abriría una nueva arista de reflexión donde los conceptos tradicionales propios del comportamiento organizacional, tendrán que someterse a un nuevo nivel análisis tendiente a mostrar una empresa que desde lo humano genera sus procesos administrativos.
Este nuevo entorno empresarial tendrá que deslastrarse de los estilos de liderazgo autoritarios, de la toma de decisiones centralizada y de la comunicación rígida. Deberá entonces apelar a los grupos autodirigidos, a la valoración del otro desde sus individualidades. Todo este entramado apela a un tipo de administrador que entiende al otro y minimiza lo juicios. Que vela porque la persona se sienta parte vital de un proceso y quiera aportar porque le motiva saber que en producto final está su esfuerzo, su iniciativa y sus inquietudes intrínsecas.
Estamos hablando de una nueva concepción del comportamiento laboral cercana a lo que sienten, piensan y padecen las personas. Llegar a este nivel y aun así mantener un margen elevado en la consolidación de objetivos estratégicos y económicos es un reto y una necesidad, toda vez que las personas siempre serán el motor de la historia y de las empresas. Mirar a las personas que hacen vida en un contexto laboral como sujetos y no como objetos va a permitir el surgimiento de equipos de trabajo donde las personas se sienten valoradas, correspondidas y comprometidas con su trabajo.
Nuevos retos sociales en rrhh
En este punto, sería de gran ayuda ver a las personas como recursos potenciales tanto en lo comunicativo como en lo estratégico. Recurso multifacético que además puede estar subvalorado o poco explotado, lo cual no solo sugiere una perdida material para la empresa sino el estancamiento de procesos que garantizan la adaptación a los nuevos retos sociales. El recurso humano que a diario entra a una oficina lleva su propia valija y desde este espacio de subjetividades, la empresa puede servir de apoyo para generar vínculos afectivos capaces de generar una motivación para trabajar con satisfacción y eficiencia a la vez.
Comentarios
Buenos dias! el articulo revela una realidad en la que se tiene que llevar a la practica, pero desgraciadamente en nuestra realidad aqui en Guinea Ecuatorial hay mucho que desear, ya que, para que las personas se separen de su vida peronal a laboral y que sienten, piensen y padezcan adecuadamente, los empresarios deberian en principio organizarse como tal. Por lo que, tanto los trabajadores como los empresarios tienen unos comportamientos inadecuados. En fin, hay mucho que desear en nuestra realidad del derecho laboral.
Muy bueno. Lo dicho en este articulo retrata mi realidad laboral al otro lado del mundo en República Dominicana, definitivamente, son los mismos retos que nos persiguen. Yo soy seguidor de esta idea desde hace un tiempo, la hipotesis de que un individuo es una sola entidad. Aunque quiera separar su vida personal de laboral, lleva sus problemas consigo a todos los lados y siguen influenciando sus acciones dentro y fuera de la empresa.No se debe de ignorar sino estudiarse y abrazarse,