Sólo unos días después de confirmarse la victoria en las urnas a favor del Brexit hemos podido ver como el índice de referencia en Reino Unido perdía cien mil millones de libras, el bono a diez años caía a mínimos históricos y el tipo de cambio de la libra con el euro lo hacía a mínimos de treinta un años. Y por si fuese poco, la pérdida de calificación de rating triple A por parte de S&P y posteriormente la rebaja de Fitch.
La mala gestión llevada por las instituciones para reconducir la situación siendo incapaces de anunciar un mensaje contundente y tranquilizador, genera mayor incertidumbre y alimenta la posibilidad por parte de estos para aprovechar la coyuntura y establecer una mayor regulación, aranceles e impuestos que pueden hacer que las consecuencias del Brexit sean devastadoras.
Pero no debemos caer en el dramatismo si finalmente aprendemos de todo esto. Si la libertad de comercio, bienes, servicios y personas no se ven afectadas puede ser un buen escenario para aprovechar y renegociar siendo beneficioso tanto para Reino Unido como para Europa, en el caso de ser capaces de mantener una relación como la actual con Noruega o Suiza a pesar de la salida. Se puede hacer, se debe hacer. De lo contrario vamos a sufrir las consecuencias: el posible efecto contagio del brexit sobre el resto de países que se pueden sumar a esta iniciativa o las decisiones futuras que tomen tanto Irlanda como Escocia van a suponer una serie de riesgos comerciales y económicos. Un sector bancario muy débil y fuertemente endeudado tampoco ayuda.
Un aspecto que debe tener muy en cuenta el tiempo que tarden en renegociarse las condiciones. Si el proceso es muy largo, como parece ser, Europa se acostumbrará a este clima de incertidumbre pero el desplome en la inversión y la baja actividad puede ser realmente un gran lastre. De momento dos años, para nada inmediato. El primer ministro David Cameron ya anunció que el proceso iba a ser prolongado.
El impacto del brexit en el turismo es evidente, el diferencial entre el euro y la libra hace que los depósitos ingleses se hayan visto mermados por el efecto moneda y esto se reflejará en una disminución por parte de turistas procedentes de Reino Unido. Londres, una de las capitales preferidas para establecer startups verá reducida a buen seguro su actividad al no existir un escenario estable. Algunos pesos pesados de la City ya han anunciado que estudian establecer fuera parte de su actividad. Para compañías globalizadas, el no asegurar el libre movimiento de las personas contratadas es más que un hándicap.
No es de extrañar, una decisión de tal magnitud tiene sus consecuencias. Esta situación es un gran problema para todos, pero también se puede ver como un escenario de oportunidades. En España debemos luchar por atraer startups y empresas capaces de generar empleo y en definitiva, atraer talento. Era así antes y es así ahora de forma más clara. Siempre va a haber dificultades, es parte del proceso, pero no es el fin. Esto debe servir para aprender, una Europa con un gran Estado que interviene no es un buen camino, sí lo es favorecer en lugar de entorpecer, con o sin Reino Unido.