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Terapias de Tercera Generación: la combinación entre ciencia y cercanía

¿Podemos aceptar que la vida está llena de luces y de sombras o que las rosas también tienen espinas? ¿podemos aceptar que a pesar de las sombras y las espinas que nos encontramos no es necesario que nos aparten de nuestro camino y valores? Además, ¿y si no fuera necesario cambiar nuestra forma de pensar? ¿Y si comprobáramos que, al cambiar nuestro comportamiento, ese pensamiento pierde fuerza? ¿Y si todo fuera tan sencillo como atender al presente y respirar? La respuesta a estas preguntas las encontramos en las terapias de tercera generación que suponen una revolución terapéutica en un entorno hasta ahora dominado por los modelos cognitivos en una sociedad que desea conectar consigo misma y con los otros.

¿Cuáles son la primera y la segunda generación en psicoterapia?

Comencemos por el principio de la historia de la psicoterapia científica reciente para identificar la causa por la que llamamos a este conjunto de modelos "tercera generación" las etapas previas que nos han permitido llegar a este momento en la psicoterapia actual.

La terapia de conducta primera generación comienza con el condicionamiento clásico, operante y neoconductismo así como sus implicaciones para la psicología clínica en contraposición al psicoanálisis predominante a principios de siglo XX. El objetivo de estos estudios es analizar la función que cumple la conducta en un contexto determinado. Sus principales exponentes son J.B. Watson, y B.F Skinner, cuyas obras viven una segunda juventud gracias a la Terapia de Aceptación y Compromiso o la Terapia Analítico Funcional.

Las personas actúan sobre el mundo, modificándolo y son a su vez modificadas por las consecuencias de su acción.

Burrhus Frederic Skinner

La terapia de conducta de segunda generación presenta el modelo cognitivo para evaluar e intervenir en los procesos cognitivos, identificando el problema de la persona bajo sus pensamientos o creencias irracionales y sesgos mentales que le impiden comportarse de una manera adecuada. Los principales autores son Albert Ellis y Aaron Beck con su trabajo con la terapia racional emotiva conductual y la terapia cognitiva respectivamente.

Como resultado de numerosas investigaciones en las que se afirmaba que el componente conductual era el que facilitaba el cambio en los modelos cognitivos conductuales, se evidencia la necesidad de estudiar los desajustes psicológicos desde la aceptación y la convivencia con los pensamientos y emociones para generar repertorios conductuales sanos como proponen las terapias de tercera generación.

La llegada de las terapias de tercera generación

La tercera generación ofrece entre sus principales aportaciones el planteamiento contextual, el estudio de la teoría del marco relacional o el análisis funcional de la conducta en contraposición a la psicopatologización de la vida cotidiana actual que dificulta una gestión emocional sana. El problema es resultado del comportamiento limitante de la persona en un contexto determinado.

En este modelo no se pretende modificar, ignorar o eliminar los eventos privados (pensamientos o emociones) sino cambiar su contexto y función en el lenguaje y su poder sobre el comportamiento. Entre los objetivos de la terapia encontramos el ajuste psicosocial, la calidad de vida o la capacidad para dirigirse hacia sus metas vitales y vivir el presente. Para esta tarea se requiere analizar las relaciones de equivalencia funcional y modificar el contento socio verbal del paciente-cliente.

Requisitos de las terapias contextuales

Según Marino Pérez, para considerar a una terapia de tercera generación, esta debe tener su origen en el conductismo radical y utilizar el contextualismo funcional. Pérez señala algunos sentidos de contexto diferenciadores en estas terapias como la situación, la relación terapéutica y el lenguaje, el yo o la persona. El análisis y modificación de la conducta verbal considerado como los mensajes que se da la persona a sí misma y a los demás es uno de los pilares de estas terapias de tercera generación. Por todo esto, la psicología positiva, las técnicas de EMDR, la hipnosis, el uso de realidad virtual en psicoterapia o los retiros espirituales de meditación no pueden llamarse terapias de tercera generación.

La conducta en el centro de la terapia

Este enfoque, alejado de los modelos cognitivos de Beck, propone entrenar en competencias útiles en distintas situaciones para gestionar las emociones y distanciarse de los pensamientos. Este enfoque positivo, centrado en el comportamiento y no en la lucha contra el síntoma o el pensamiento. Estas terapias empoderan a la persona libre de etiquetas sobre sus acciones, su presente y sus relaciones. 

En este contexto, el papel del profesional de la psicología cambia, ya que se modifica su modo de interpretar el caso, y a su vez, de percibir su propia biografía por lo que el profesional transita su propio proceso personal. Además, en la relación terapéutica es el paciente el que elige que camino o decisiones tomar, sin juzgar sus acciones o pensamientos.

Modelos de Terapias de tercera generación

  • Terapia de Aceptación y Compromiso. En esta terapia no se modifica el contenido del pensamiento o la emoción sino su relación con las conductas, sin evitar el sufrimiento o experiencias que le llevará a una vida flexible, conectada al presente y valiosa. Propone el trastorno de evitación experiencial como una categoría funcional que limita nuestra vida y nos aparta de lo que deseamos por miedo al sufrimiento e incomodidad. Si desea conocer más sobre este modelo puede investigar sobre el modelo hexaflex para fomentar la flexibilidad psicológica.

 

A menudo hay tanta vida en un momento de dolor, como en un momento de felicidad. 

Steven Hayes

  • Psicoterapia Analítica Funcional. En este caso, el profesional realiza un análisis funcional de la conducta en el que describe los factores de origen, de mantenimiento, la utilidad del comportamiento y entrena en conductas adaptadas al contexto.

El profesional distingue tres tipos de conducta:

*  Conducta Clínicamente Relevante 1: conductas públicas o privadas que la persona realiza y que forman parte del problema. Por ejemplo: gestos, ideas, interpretaciones, emociones, etc.

*  Conducta Clínicamente Relevante 2 (CCR2): conductas que implican un progreso en la situación de la persona. Ejemplo: ampliar repertorio de conducta positivas.

*  Conducta Clínicamente Relevante 3 (CCR3): las interpretaciones que realiza sobre su conducta y sus causas. Ejemplo: la persona expone los motivos por lo que se mantiene su problema.

Otros modelos contextuales

  • Terapia de conducta dialéctica. Este enfoque es imprescindible en Trastorno Límite de Personalidad por la aceptación del sufrimiento, fomento de la autoconfianza, orientación a la vida y manejo de las emociones.
  • Activación conductual. Propone que las conductas presentes en los casos de depresión tienen un papel relevante en el desarrollo del problema. Esta terapia persigue incrementar conductas que aumenten las contingencias ambientales reforzantes. Estas conductas reforzantes producen cambios significativos, activando a la persona de acuerdo con sus intereses.
  • Terapia integral de pareja. Esta perspectiva se basa en el intercambio de conductas positivas, entrenamiento en comunicación, solución de problemas y estrategias de aceptación y tolerancia. En esta terapia la pareja aprende a manejar sus incompatibilidades inevitables y como su conducta fomenta el conflicto.
  • Terapia cognitiva basada en mindfulness. Su objetivo es cambiar la percepción de los pensamientos atendiendo al presente. El mindfulness científico actual es una técnica independiente de orientaciones filos´óficas libre de juicios sobre las sensaciones o pensamientos.

Aplicaciones de las terapias de tercera generación

Una de las principales aplicaciones es su intervención en problemas de pareja, ansiedad, depresión, pensamientos intrusivos, fobias, psicosis, etc. Deseamos destacar la intervención en estrés con la guía publicada por la OMS basada en los principios del contextualismo funcional. Este modelo es aplicable a otros ámbitos como la psicogerontología, las adicciones o los trastornos de conducta alimentaria, etc.

El auge vivido por estas terapias en los últimos 20 años todavía debe calar en la formación académica, en la práctica profesional y en la sociedad como un nuevo modo de vivir la psicoterapia y la vida de un modo consciente, positivo y comprometido. En resumen, una generación de terapias científicas, útiles y cercanas a las necesidades de la persona.

Categorizado en: Educación y Sociedad

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