Antes de comenzar, me gustaría dar las gracias a mi compañera Carmen Soto, por su contribución en la coautoría del artículo.
#Quédateencasa, nos decían. Mientras quienes buscaban un cobijo en su deambular sin hogar preguntaban ¿En qué casa?.
En esa pugna por no estar o no aparecer en las brillantes pantallas de nuestro mundo tecnológico, los invisibles son quienes ocupan ese pequeño espacio de la acera que rodeamos intentando mediar la distancia social que hoy nos impone un virus.
Los invisibles son hombres y niños en su mayoría, tal como indican las estadísticas, que tratan de encontrar su lugar en un mundo que se ha olvidado de garantizar la vida. Las invisibles de entre los invisibles, son las mujeres y niñas, que suman a la discriminación social y económica, la correspondiente desigualdad vinculada al género.
Ya lo decía Ojos de Brujo:
"Historias de perdedores, siempre ha habido y siempre habrá/historias de almas gemelas valientes ante el azar./Historias de perdedoras siempre ha habido y siempre habrá/historias de almas que vuelan, de esta cruda realidad."
La pandemia del covid 19, pone de manifiesto la necesidad de plantear respuestas duraderas y eficaces, para dar seguridad a las personas sin hogar que habitan nuestras sociedades.
A las actitudes de “aporofobia”, como denominó Adela Cortina a esa aversión y odio presente en nuestra sociedad hacia las personas en situación de pobreza; la emergencia sanitaria, creada por el covid 19, ha sumado el miedo, dando lugar a un mayor rechazo hacia las personas sin hogar.
#quédateencasa, transmitían los medios de comunicación, los gobiernos, las autoridades. Pero, dónde iban a quedarse todas esas personas que no disponen un cobijo donde vivir. Las respuestas no tardaron en llegar. Sin embargo, más allá de las soluciones planteadas a corto plazo, como forma de evitar una mayor catástrofe en estos tiempos de pandemia; debemos preguntarnos si existen posibilidades que ayuden a paliar la situación de las personas sin hogar.
Sin hogar, sin techo, sin vivienda ...
Cuando hablamos del sinhogarismo en España, rápidamente acuden a nuestra cabeza imágenes relacionadas con personas en situación de calle, personas que pernoctan en el primer frío banco de una plaza o tras el cristal de un cajero automático.
Sin embargo, hablar de personas sin hogar comprende distintas categorías que han quedado perfectamente definidas por la Federación Europea de organizaciones que trabajan con personas sin hogar (FEANTSA). Desde esta organización, se estableció en 2005 la clasificación ETHOS (European Typology on Homelessness and Housing Exclusion); que recogemos en el cuadro de la imagen y que establece las distintas tipologías que engloban el concepto de “persona sin hogar”.
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Elaboración propia a partir de FEANTSA (2008). Para más información www.feantsa.org[/caption]
Los últimos datos oficiales recogidos por el INE, datan de la encuesta de 2012, y establecen que en España había entonces un total de 22.938 personas sin hogar, 18.425 hombres y 4.513 mujeres.
Sin duda, la falta de datos complica la posibilidad de abordar una situación que según organizaciones como Hogar sí, afecta en la actualidad a más de 33.000 personas.
En torno a las causas que precipitan la situación del sinhogarismo en España, la teoría sociológica nos habla principalmente de causas estructurales, que no obstante, están asociadas a factores individuales de índole psicosocial, como explica Suzanne Fitzpatrick.
Entre estas causas estructurales, la desregulación del mercado de trabajo y la paulatina desaparición de los estados del bienestar; unidas a la disminución de las protecciones frente a la exclusión social, han contribuido a agravar, desde los años 80, una situación que se intensifica por el aumento de personas migrantes, que buscan una forma de salir de la pobreza.
Mujeres, desigualdad y sinhogarismo en España
Hablar de mujeres sin hogar obliga, irremediablemente, a mostrar de nuevo la desigualdad patente en términos de género. Un informe del observatorio de delitos de odio contra las personas sin hogar (www. hatento.org), exponía que mientras un 60.4 % de mujeres exponían haber sido víctima de delitos de odio por su situación, este porcentaje era del 44.1% en el caso de los hombres. La diferencia entre los porcentajes se torna aún más significativa si tenemos en cuenta que de las 261 personas entrevistadas para el informe, solo el 18,4% eran mujeres.
La sensación de inseguridad vinculada a la situación de vivir en la calle es manifiesta. Pero, esta sensación se agrava en el caso de las mujeres ante lo que Isabel Herrero, en un estudio vinculado a la Asociación Realidades, denominaba TRIPLE INVISIBILIDAD: Ser mujer, sin hogar y víctima de violencia de género. En su investigación, exponía que un 76% de las mujeres que habían conformado la muestra habían sido objeto de violencia de género a lo largo de sus vidas.
La invisibilidad de las mujeres sin hogar, es cada vez más objeto de investigación; aunque incluso la investigación ha permanecido ajena a lo que ha venido denominándose como “sinhogarismo oculto”. Un tipo de sinhogarismo sufrido por las mujeres, y que se esconde detrás de distintas estrategias que estas ponen en marcha para evitar la situación final de calle: pernoctando en distintos albergues, soportando situaciones de violencia inaceptables o encontrando cobijo en casa de algún conocido.
Las mujeres se convierten así en las invisibles de entre los invisibles, siendo una vez más víctimas de un sistema estructural que precipita biografías de vida marcadas por la desigualdad, la violencia y la inseguridad.
El covid 19 cuando vives en la calle
Desde la intervención social, el trabajo con personas en situación de sinhogarismo en España se torna esencial. Este trabajo, adquiere aún más relevancia ante la reciente crisis sanitaria del covid 19.
Así, en España tal y como recogen distintos medios se actuó intentando aportar las medidas de protección oportunas para cubrir las necesidades del colectivo, habilitar albergues o facilitar el reparto de comida y la cobertura de los servicios de atención desde los servicios sociales y las distintas organizaciones que trabajan con este colectivo.
Pero, más allá de esta situación puntual que estamos viviendo, urge buscar soluciones. Estrategias que reduzcan e incluso terminen, en un futuro no muy lejano, erradicando un problema que más que afrontar, hemos aparcado a un lado, dificultando, más que posibilitando, las distintas formas de vida de nuestras ciudades: cajeros anti mendigos, bancos y arquitectura antimendicidad, estructuras pensadas para evitar que no puedan sentarse en el suelo...
Intervención social y vivienda, ¿qué soluciones podemos ofrecer?
Si el problema es principalmente estructural, tal vez las principales soluciones deben provenir de la política. Por tanto, urge establecer cambios estructurales que garanticen la posibilidad de transformar la vida de las personas sin hogar. Así lo entendieron en Finlandia, cuando decidieron reducir el número de albergues, sustituyendo este recurso por un espacio habitable y seguro para las personas sin hogar que vivían en el país. Los resultados, parece que no solo muestran los beneficios sociales, sino también económicos de la medida.
Las estrategias parten así, de dotar en primer lugar del acceso a una vivienda segura, ya sea compartida o individual. Aportando el acompañamiento necesario para intervenir en aquellos aspectos que contribuyen a que la situación se mantenga.
Este enfoque centrado en la vivienda ha sido recogido en España y otros países por organizaciones como Hogar Sí, así como por los gobiernos, que a través de la actual Estrategia Nacional Integral para Personas sin Hogar 2015-2020 establece, en su línea estratégica 7, el método "Housing First" (Vivienda primero) como uno de los aspectos principales a tener en cuenta, en la búsqueda de soluciones ante la situación de las personas sin hogar.
“Este mundo, que ofrece el banquete a todos y cierra la puerta en las narices de tantos es, al mismo tiempo, igualador y desigual: igualador en las ideas y en las costumbres que impone, y desigual en las oportunidades que brinda”
(Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés, p. 37)
Comentarios
Efectivamente estamos a años luz de otros países que como en Finlandia propusieron cambios estructurales y han conseguido muchos beneficios sociales.El problema de robos ,peleas y droga que según tengo entendido ocurren frecuentemente en estos albergues hace que muchos prefieran dormir en un banco o un cajero.Desafortunadamente la mujer sufre una vez más la terrible desigualdad y el estigma social solo por la condición sexual con lo cual se tiene que trabajar aún más con esta condición de desigualdad.Gracias por compartir
Buen artículo que muestra una realidad que no se quiere ver.
La exclusión en una de su peores formas: cuando el gobierno te dice una y otra vez que te quedes en casa pero ¿y los que no la tienen? ellos son los más perjudicados, los más expuestos y excluídos o casi de las noticias. Si es que lo que no se quiere ver, pero esta ahí.
Me produce malestar ver como en algunos bancos han puesto barreras para que no pernocten. pero ¿qué mal hay?-
En algún sitio tendrán que estar.
Gracias por compartir,.
Paloma Berzosa.