Es normal que cuando un niño manifiesta un comportamiento inadaptado, que genera problemas tanto en la escuela como en la comunidad y el hogar, de inmediato se culpabilice a los padres por la ausencia o inadecuación de “correctos procedimientos” educativos.
Cuantas veces hemos escuchado o ha salido de nosotros el “¡qué niño tan maleducado!”, pero… ¿qué significa ser maleducado o un niño malcriado? Y ¿a quién corresponde la responsabilidad de criar y educar a las nuevas generaciones? Evidentemente, y lejos de la idea de que los niños se educan en las escuela, esta responsabilidad es de los padres, que son juzgados y censurados con tanta o más severidad que sus hijos, por tolerantes, indiferentes, flojos, desconsiderados… y otra serie más de calificativos.
Educar a un niño es un desafío enorme
Criar y educar a un niño es, probablemente, uno de los mayores desafíos a los que nos podemos enfrentar. Lo primero para aprender y rectificar es darnos cuenta de que no lo estamos haciendo bien y lo segundo, detectar qué hacemos mal, porque aprendemos a ser padres a medida que nuestros hijos crecen, y aunque a algunos nos cueste reconocerlo no existe el padre/madre perfect@.
Cuantas veces no nos hemos desesperado por alguna conducta de nuestros niños, una “mala comida” el día que salimos de paseo, o vamos al cine y… ¡¡llegamos tarde!!, veamos algunos ejemplos:
– Vamos come, son zanahorias. Claro que te gustan las zanahorias… si no te las comes no vamos al cine esta tarde.
– Vamos cariño, recoge tu habitación que nos vamos a casa de los primos, si no la recoges nos quedamos aquí, voy a ir llamando a tu tía para decirle que no vamos.
Y al final todo se queda en simples amenazas, que no cumples, porque vais al cine el sábado por la tarde y vais a casa de los primos el domingo (cómo vamos a quedarnos en casa por un capricho del niño de no comerse las zanahorias… que has estado trabajando toda la semana y te lo mereces…). A esto sumamos las peticiones de nuestros pequeños, que sin mala intención y sin apenas darnos cuenta, cometemos el error de complacer. Estos son solo aparentemente pequeños detalles con los que evitamos escuchar y aguantar lloros y rabietas y que sirven para lograr una convivencia más tranquila en el hogar, que es tan solo temporal…
Cómo no criar niños intolerantes: los consejos de los psicólogos
Los padres debemos tener en cuenta que si siempre hacemos lo que los niños quieren, estamos fomentando que en el futuro sea una persona intolerante y además no sabrá lo que es esforzarse para lograr las cosas por sí mismo. Los expertos en psicología lo tienen claro al respecto, “no dejar que nuestros hijos se frustren es malcriarlos, convertirlos en unos consentidos”. “la frustración debe formar parte del aprendizaje general del niño, sobretodo entre los dos y cinco años, que es la franja de edad de mayores rabietas”.
Y es que el afrontamiento de la frustración es fundamental para el desarrollo y crecimiento de personas sanas. La expresión de los sentimientos es más que importante y hemos de enseñar a nuestros pequeños a ser asertivos y ayudarlos a crecer sanos, debemos educarlos emocionalmente y dejar que expresen sus enfados y frustraciones, lo cual no implica, y esto es muy importante, que aceptemos sus directrices y condiciones, hay que saber establecerles unas normas y límites, que les ayudarán a saber a qué atenerse en cada momento.
Para terminar, os remitiré a una de las publicaciones hechas en este departamento, “¿Cómo ayudar a nuestros hijos a controlar el enfado?”, en la que os ofrecemos una serie de pautas o ayudas para ayudaros a gestionar la frustración de vuestros hijos.