El aprendizaje es un proceso mediante el cual se adquieren determinados conocimientos, aptitudes, valores o competencias que nos permiten desenvolvernos en distintos ámbitos, entre los cuales podemos destacar el personal y profesional.
Normalmente, cuando hablamos de este concepto directamente lo vinculamos con el ámbito educativo, pero, aunque, si bien, el aprendizaje es el objetivo principal de las instituciones educativas, este proceso no se limita a lo que se ofrece en las mismas.
Tipos de aprendizaje
Podemos destacar diferentes tipos de aprendizaje, dependiendo de diversos factores como la intencionalidad, la estructura, el tipo de conocimiento que promueve, el tipo de evaluación que se desprende del mismo y el contexto en el que se obtiene.
La Comisión Europea (2001), distingue entre aprendizaje formal, informal y no formal, definiéndolos de la siguiente manera:
- Aprendizaje formal: Se trata de un aprendizaje estructurado e intencionado, que, normalmente, se adquiere en un centro educativo o formativo y que conduce a una certificación.
- Aprendizaje informal: Este tipo de aprendizaje, generalmente, es adquirido fuera del ámbito escolar, aunque también, puede llegar a producirse dentro del mismo. Aunque puede ser intencionado, normalmente, no lo es. Este no conduce a ningún tipo de certificación y se produce, con frecuencia, gracias a una doble motivación por parte de la persona, la de conocer y la de mejorar su nivel cultural.
- Aprendizaje no formal: Es un aprendizaje que se alcanza en un contexto diferente al centro educativo o formativo, en el que se logra el aprendizaje formal. No conduce a una certificación, pero es estructurado e intencional.
(Asensio, Asenjo y Rodríguez-Moneo, 2011)
En este sentido, podemos afirmar que el aprendizaje se puede llegar a adquirir en cualquier momento, lugar o etapa de nuestra vida y que podemos hacerlo mediante diversos medios, entre los que se encuentra el estudio o la experiencia.
El estudio y el ánimo positivo como medio para el aprendizaje
En el proceso de adquisición del aprendizaje están involucrados un gran número de factores que hacen que este llegue a ser efectivo. Este proceso, en la mayoría de los casos, como hemos mencionado con anterioridad, puede estar mediado por el estudio, el cual requiere de una gran constancia, dedicación y tiempo, suponiendo un gran esfuerzo para la persona que está haciendo frente al mismo.
Tanto si hablamos de educación obligatoria como de postobligatoria o voluntaria, la motivación para el estudio es un elemento esencial que debe estar presente para que se dé el aprendizaje. Además, en este segundo caso, en el que la decisión de aprender recae en la propia persona, es determinante, también, para que se inicie y mantenga el estudio.
¿Es toda la motivación igual?
La motivación en o para el aprendizaje puede llegar a surgir de distintas fuentes, las cuales pueden ser internas o externas. De ahí, que hablemos de dos tipos de motivación: intrínseca y extrínseca.
En la motivación intrínseca, el incentivo del aprendizaje o de una conducta determinada es de carácter personal. Pues, este se produce con el fin de satisfacer una necesidad o interés personal. Sin embargo, cuando hablamos de motivación extrínseca, nos estamos refiriendo a que el móvil de nuestra conducta o aprendizaje es la recompensa o el reconocimiento externo (Zulma, 2006).
Si quieres ser competitivo, retoma el estudio
En estos últimos años, un gran número de personas han retomado sus estudios, apostando por conseguir un nivel superior al de la educación primaria o secundaria, por superar una oposición o por conseguir una mayor especialización profesional, por ejemplo. Esto puede deberse a un mercado de trabajo cada vez más competitivo o a un elevado índice de desempleo, que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se ha dado como consecuencia de la crisis sanitaria actual.
Según los datos del Sistema estatal de indicadores de la educación (2021), en España, se puede apreciar un incremento de personas que participaron en la formación permanente en 2020 con respecto al año anterior, sobre todo en aquellos que tienen una titulación superior.
Para la mayoría de las personas, tomar la decisión de iniciar o continuar su proceso formativo, en ocasiones, suele resultar complicada, pero más difícil, aún, es llegar al final del camino, manteniendo una actitud perseverante en el estudio hasta conseguir la meta fijada.
5 Técnicas más eficaces para mantener la motivación en el estudio
En este artículo, vamos a tratar de ofrecer algunas de las técnicas más eficaces para favorecer la motivación en el estudio. La puesta en práctica de estas conlleva un gran trabajo de autorregulación y entrenamiento mental por parte de la persona.
1. Considerar el aprendizaje adquirido gracias al estudio, como una forma de crecimiento personal
Si tomamos como referente a Maslow (1956) y su jerarquía de necesidades humanas, podemos decir que la presencia de una necesidad es uno de los móviles más potentes, para la conducta humana. Una de las necesidades que establece como presentes en el ser humano es la de autorrealización.
Alcanzar la autorrealización supone tener cubiertas un cúmulo de necesidades relacionadas con diferentes ámbitos de nuestra vida, entre los cuales se encuentra el ámbito cognitivo (Elizalde, Martí y Martínez, 2006).
El conocimiento nos hace libres, nos permite poder desenvolvernos de forma autónoma en diferentes campos profesionales, personales o sociales. Por tanto, para mantener la motivación en el estudio, debemos pensar que, todo el conocimiento que estemos adquiriendo, nos va a ayudar a crecer. Es necesario que se enfoque ese estudio en apreciar el nivel de conocimientos y autorrealización personal que se está obteniendo a lo largo del proceso y, no tanto, en el resultado final que se va a alcanzar.
2. Tener clara, a lo largo del todo el proceso, la meta que se quiere alcanzar
Normalmente, cuando iniciamos el estudio, nos planteamos unas metas, las cuales necesitamos conseguir a través de la motivación para el estudio. En ocasiones, la dificultad del contenido, el estado emocional que estemos experimentando en ese momento o la situación personal que se nos ha presentado, pueden llegar a provocar un desánimo por nuestra parte, que nos impida avanzar o, incluso, que nos impulse a rendirnos en el camino. En estos momentos, es fundamental tener claro nuestro objetivo, pensar en lo que, en un principio, nos motivó a estudiar y los beneficios que podemos obtener no solo con el resultado sino también con el proceso.
3. Planificar, de forma coherente, el estudio
La planificación es un factor clave a la hora de hacer frente al estudio y, aunque no forme parte, de forma directa, del mismo, es esencial dedicar un tiempo a esta tarea.
Para ello, debemos reflexionar sobre aspectos tan importantes como nuestra disponibilidad horaria, actividades diarias, temario…
A partir de ahí, es importante que, en nuestra planificación, establezcamos metas a corto plazo que sean claras y realistas, con el fin de que el estudio sea productivo y de evitar la sensación de malestar y desmotivación, que podemos llegar a tener, al no poder cumplir con la meta fijada.
4. Intercalar el estudio con otras actividades que resulten placenteras
Tanto la motivación como el aprendizaje están estrechamente relacionados con nuestro estado de ánimo y con las emociones que sentimos. Así lo afirman Cotrufo y Ureña (2016), que indican que “La atención y la percepción son los primeros pasos de todo proceso cognitivo y ambos se regulan por la emoción”. (p. 117)
Cuando estamos centrados en el estudio, en ocasiones, podemos llegar a pensar que realizar una actividad adicional puede entorpecernos o quitarnos tiempo de estudio. Pero, sin embargo, esta creencia es errónea, pues, realizar cualquier tipo de actividad placentera, como hacer deporte, por ejemplo, nos puede ayudar a sentirnos mejor consigo mismos y a ser más productivos el tiempo que dedicamos al estudio.
5. El estado emocional también influye: keep calm
Como hemos mencionado con anterioridad, el estado emocional que tengamos en el momento en el que estamos estudiando influye directamente en el aprendizaje, determinando en la mayoría de las ocasiones, la eficacia de este.
Ante esto, es esencial que nos valoremos y nos recompensemos por el esfuerzo que estamos haciendo. Debemos tomar un tiempo para la autorreflexión, en el que visualicemos todo lo que ya hemos conseguido hasta el momento. Si creemos en nosotros mismos, más tarde o más temprano, conseguiremos nuestra meta.
Comentarios
Me gusta los procesos de motivación que se mencionan, aunque es muy importante en la actualidad, frente a la excesiva peticiones de conseguir un trabajo. Esto me lleva a pensar que siempre debería haber un componente de competencia en esa motivación, se resume en una actitud de mejorar los requisitos de la empresa a la que queremos acceder. No debe ser un ¡farol¡ sino un convencimiento en la aportación de ideas.