En el aprendizaje de ser mujer, se inculca que ser madre es el fin último y la realización máxima de nuestras vidas. La maternidad le da sentido a todo y viene a cumplir con el rol social que se nos ha asignado.
¿Quieres conocer cómo la maternidad condiciona la vida de las mujeres y su planteamiento en la actualidad? Sigue leyendo.
Condición de la mujer en la sociedad patriarcal
Desde tiempos ancestrales, el orden social establecido ha sido el modelo patriarcal que se organiza en torno a lo masculino, de cuyo eje se desprenden conductas que ponen de manifiesto la dominación masculina sobre la mujer, estableciendo una sociedad asimétrica y desigualitaria.
La sociedad patriarcal ha jerarquizado y establecido una diferenciación clara sobre los roles a desempeñar por hombres y mujeres. Los primeros se sitúan en la esfera de lo público, en puestos de poder y decisorios, marcando las directrices a seguir por la sociedad. Las segundas, se sitúan en el ámbito de lo privado, en espacios físicos y simbólicos no elegidos, desempeñando un rol de cuidados de menores, personas dependientes y el hogar.
Este sistema patriarcal pone especial atención a la diferenciación natural y a todos los factores culturales que han ido construyendo el ideal de mujer, asignándoles funciones sociales, domésticas y conductuales, situándose la maternidad como un punto destacable.
La maternidad, a pesar de conllevar un proceso bio-fisiológico, ha estado condicionada por un paradigma social que oculta las condiciones de desigualdad de las mujeres. Afirmar que la maternidad es un constructo social, implica romper con la idea de que las mujeres tenemos la función natural de ser madres y que disponemos de un código biológico, un instinto, que nos dota de habilidades y saberes innatos para la crianza.
Maternidad tardía
Con el paso de las décadas, la edad para ser madre se ha ido posponiendo. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (2021), la edad media española para la maternidad se situó en 32,6 años, tres cifras más que el año anterior.
España se sitúa, por tanto, no solo como el país europeo con la tasa más baja de natalidad, sino que también estamos a la cola con respecto a la edad para tener el primer hijo/a. Este retraso también se refleja en el número de nacimientos de madres de 40 años o más, que ha crecido un 63,1% en los últimos diez años hasta situarse en el 9,7%.
La razón de estas cifras tan agoreras no es una sola, sino la combinación de diversos factores. La elevada tasa de desempleo, sobre todo en la población más joven, la incorporación de la mujer al mundo laboral, los bajos ingresos o la precariedad laboral, son las causas fundamentales por las que se va retrasando la maternidad hoy en día.
La conciliación también se configura como una razón de peso a la hora de tomar la decisión de ser madre. Aunque es un tema que no solo atañe a las mujeres, lo cierto es que suelen ser éstas quienes renuncian o adaptan su vida profesional para conciliarla con su vida familiar.
Las políticas españolas en materia de conciliación, aunque han mejorado en los últimos años, siguen siendo a todas luces insuficientes en comparación con otros países europeos como Suecia, Estonia, Portugal, Noruega o Islandia. A las Administraciones Públicas la conciliación no le supone un coste, pero sí supone un coste social, económico, emocional y personal a todas aquellas mujeres que reivindican una sostenibilidad entre el trabajo, la familia y la vida personal en igualdad de condiciones que los hombres.
Maternidad subrogada
La gestación subrogada o por sustitución es un método de reproducción asistida donde la mujer que gesta al bebé no será finalmente la madre de este. En España, la Ley 1/2023 con la que se reformó la ley de salud sexual y reproductiva y la de interrupción voluntaria del embarazo, la reconoce como una forma más de violencia contra las mujeres.
Es una técnica que, además del debate ético y moral que suscita por romper con la idea de familia tradicional, supone una explotación de la mujer y un daño a los intereses del menor, tal y como afirma una parte mayoritaria del Comité de Bioética de España.
Es una práctica prohibida en nuestro país. No obstante, permite la inscripción en el Registro Civil de bebés nacidos por este método en otros países, siempre que exista una sentencia judicial de filiación dictada por el país de origen.
Traducido en cifras, desde 2010 hasta 2022, los registros civiles de los consulados españoles en el extranjero han recibido 3.516 solicitudes de inscripción, una cifra que lejos de reducirse, va en aumento.
Madres arrepentidas
En la otra cara de la moneda, se encuentran las madres que se arrepienten de su maternidad. Muchas mujeres se sienten defraudadas, irrealizadas y con una pesada carga que no se corresponde con lo que se les inculcó que deberían sentir al convertirse en madres.
La maternidad idealizada se da de bruces con la realidad; madres con jornadas maratonianas que, además de cumplir con su jornada laboral, se ocupan de la casa, de los hijos e hijas y de las tareas invisibles que vienen a aumentar el nivel de estrés y ansiedad.
Esta manifestación de arrepentimiento supone un estigma social que puede conllevar la atribución de actitudes de hostilidad, negligencia y hasta violencia hacia sus hijos e hijas. Por lo que, a todas luces, es un tema tabú y vergonzoso que se esconde y del que no se habla abiertamente.
¿Realmente las mujeres somos madres por un deseo expreso o porque nos han inculcado desde pequeñas que ese era el cénit de nuestras vidas?
¿En qué medida ser madres es el resultado de una decisión consciente y en qué medida es el resultado de cientos de años de asignación de roles?
Responder a estas preguntas tras una reflexión crítica y sincera, nos acerca más a la igualdad real entre mujeres y hombres.