A finales del siglo XX surgió un nuevo tipo de adicción, que si bien no entrañaba el consumo de sustancia alguna, sí suponía la realización de actividades o comportamientos que podían desembocar en una adicción, dificultando por tanto, el llevar una vida plena y satisfactoria. Sigue leyendo si quieres conocer más sobre las adicciones comportamentales. ¡Empezamos!
¿Qué son las adicciones comportamentales?
Las adicciones comportamentales o conductuales se están empezando a considerar un problema de salud mental debido al registro de una mayor incidencia en los últimos años. La clave de las adicciones comportamentales no es el tipo de conducta que implica sino la relación que la persona establece con ella. Existen hábitos cotidianos que son inofensivos pero que pueden convertirse en adictivos y afectar al normal desarrollo del proyecto vital. Una persona con una adicción sin sustancia no puede evitar llevar a cabo la conducta de forma compulsiva a pesar de las consecuencias que puedan derivarse de su comportamiento, al igual que ocurre con las adicciones a sustancias.
Las adicciones comportamentales o sin sustancias más frecuentes son:
- Sexo
- Juego
- Compras compulsivas
- Nuevas tecnologías (móvil, redes sociales, internet, videojuegos)
- Comida
- Trabajo
- Relaciones
- Deporte
Según la OMS, todas las adicciones tienen un patrón similar que pueden ayudar a identificarlas. Algunas de esas pautas son las que se indican a continuación:
- Un fuerte deseo, constante e insensato, de consumir la sustancia o participar de la actividad.
- Se manifiesta el Síndrome de Abstinencia cuando la persona abandona de forma momentánea la adicción.
- Descuido en obligaciones laborales, académicas, familiares, etc. (Inversión del Tiempo).
- Negativa de abandonar la adicción a pesar de los daños producidos.
- Deterioro de la calidad de vida (nivel social, físico, psicológico).
Trastornos mentales asociados a las adicciones conductuales
Tras una adicción conductual suele existir un cuadro de depresión, baja autoestima y ansiedad que influye muy negativamente en la adicción. Estas características personales dificultan que la persona disponga de habilidades para la regulación emocional y el manejo de situaciones diarias que puedan acarrear sentimientos negativos como la frustración o el fracaso.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la depresión, la ansiedad o el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) son los trastornos mentales más habituales asociados a este tipo de adicciones. Cuando estos trastornos coexisten con una adicción, se habla de patología dual.
En los casos de patología dual, la persona sufre, de forma simultánea o a lo largo de su vida, una adicción y un trastorno mental, cuyo pronóstico puede variar en función del tipo de adicción y del trastorno que sufra la persona. Los síntomas más frecuentes en este tipo de casos serían:
- Resultados escasos tras la intervención terapéutica
- Bajo cumplimiento en la toma de medicación
- Cambios repentinos de comportamiento
- Conductas poco coherentes con ideas paranoides
- Respuesta inadecuada a situaciones diarias
- Absentismo laboral
- Abandono de actividades de ocio y tiempo libre
- Somnolencia o hiperactividad
- Higiene personal deficitaria
- Distanciamiento social y familiar
- Alteraciones oculares
- Alteraciones en el apetito (exceso o defecto)
¿Cómo tratar una patología dual?
El tratamiento de la patología dual implica una intervención psico-social y un tratamiento farmacológico con el que se pretende disminuir o eliminar los síntomas de la enfermedad, evitar recaídas y potenciar la calidad de vida de la persona.
El tratamiento se puede abordar desde los modelos:
- Secuencial, se atiende a la persona en primer lugar desde un servicio específico de salud mental y desde un recurso de drogodependencias una vez concluido el primer tratamiento.
- Paralelo, cuando la persona acude a un centro de salud mental y a un recurso de drogodependencias para tratar ambos trastornos de forma simultánea.
- Integrado, cuando la persona es atendida por un único equipo que aborda las 2 dimensiones de la problemática.
Terapias de tercera generación
Entre las diversas intervenciones emergentes que pueden ponerse en práctica para el tratamiento de las adicciones, se encuentran las terapias de tercera generación. Tienen el propósito de modificar patrones conductuales de una persona desde un punto de vista global y contextual.
Estas terapias no se centran en la eliminación, cambio o alteración en el pensamiento, sino que se proponen modificar la función psicológica a través de cambios en el contexto verbal. La aceptación y la activación son los principios básicos de este grupo de terapias, que buscan conseguir que la persona acepte sus síntomas y malestar como una parte del proceso vital normal.
Recuperación en las adicciones conductuales
El camino hacia la recuperación puede ser largo, difícil e ir acompañado de recaídas, por ello, es importante que exista una intervención temprana y un apoyo profesional y personal adecuado.
Ciertos aspectos de la personalidad como la autocompasión, culpar a los demás, la negatividad, la impulsividad, rechazar la ayuda, el pensamiento rígido,… pueden afectar negativamente en el proceso de recuperación y presentarse como un bloqueo.
Aquí se incluyen algunas estrategias y consejos que pueden ayudar en el proceso de recuperación de una adicción:
- Reconocer y gestionar el estrés
- Detener la toma de decisiones impulsivas
- Descanso
- Ejercicio y aire fresco
- Alimentación saludable
- No idealizar el pasado y ser realista
- Buscar redes de apoyo familiar y social positivas
- Control del dinero
Es posible que en el proceso de recuperación se produzcan etapas de bajas y alzas, pero es importante aceptar esas recaídas o los momentos de desesperanza como procesos naturales de la rehabilitación y fomentar una actitud positiva, de lucha y constancia en el proceso.