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Juegos de mesa educativos
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Juegos de mesa educativos ¿Qué podemos aprender del juego?

Parece que los juegos de mesa educativos están de moda. Distintos portales y páginas web, nos recomiendan en los últimos meses juegos ducativos para niños con los que contribuir a los procesos de aprendizaje en todas las edades. Pero, ¿tiene sentido hablar de juegos de mesa educativos?

El juego está en la base de nuestro desarrollo, de igual forma que tiene un papel fundamental en el reino animal. Es curioso que, en el ámbito pedagógico y educativo, tengamos que usar constantemente ese adjetivo, “educativo”, incluso para cosas con las que hemos aprendido antes de que la “educación” fuese un objetivo global de la sociedad y las instituciones.

Juegos de mesa en la calle

El juego, nos enfrenta desde que nacemos a la complejidad del mundo  real. A través del él descubrimos las formas, nos acercamos a las primeras amistades, exploramos y descubrimos. Con el juego también aprendemos reglas que, posteriormente, estarán presentes en distintos espacios y momentos de nuestra vida. Sin embargo, el juego es el gran olvidado de nuestra sociedad.

Si acudimos a la literatura científica, encontraremos que el juego, su sentido y razón de ser, han sido abordado por distintas disciplinas, desde la sociología a la psicología, la pedagogía o la antropología.

Entre las características del juego, suelen mencionarse principalmente las recogidas por Huizinga en su libro “Homo ludens”. Unas características que, a pesar de haber sido planteadas en 1938, siguen muy vigentes:

  • El juego es libertad. Se trata de una actividad libre, que nadie nos obliga hacer.
  • El juego es una actividad placentera que tiene fin en sí mismo. No tiene un interés más allá del paréntesis temporal que nos permite escapar de las obligaciones diarias.
  • Tiene unas reglas acordadas y preestablecidas, delimitadas por un tiempo y espacio de juego concretos.

Pero, existe una característica que me gustaría destacar por encima de las demás.  El juego es transformador. Su espontaneidad, el hecho de cobrar sentido en sí mismo, su énfasis como manifestación libre, aviva el impulso natural del ser humano de transformar la realidad que le rodea, de reinterpretarla, de representarla a través del juego, investigarla y soñar con otra formas de concebirla.

El juego desde la infancia ¿Juego educativo?

Del recorrido de Huizinga por las significaciones del juego en distintas culturas e idiomas, merece la pena pararse a pensar en la que nos aporta la concepción lúdica en la cultura china:

“la palabra más importante parece ser wan, en la que prevalecen las ideas de juego infantil. Encierra, principalmente, los siguientes sentidos especiales: entretenerse con algo, encontrar gusto en algo, divertirse, juguetear, alborotar, bromear. También sirve para palpar, examinar, olfatear, enredar con pequeños adornos y, finalmente, disfrutar de la luna…fijarse, con juguetona atención, en algo, sumirse, despreocupadamente, en algo”.

(2007, p. 50)

Como expone Rius Sant, ya es raro que en nuestras sociedades, volcadas en la carrera de la productividad, por encima de cualquier otra cosa, algo tan improductivo como el juego no haya sido prohibido. Hasta en el amor, puede que terminemos necesitando instrucciones, por miedo a perdernos en la amplitud de sus juegos…

El juego es, por tanto, un espacio de disfrute y despreocupación. Sin embargo, como expresa Francesco Tonucci en su libro “Peligro, niños”, en la propuesta educativa del juego, es la persona adulta quien propone un aprendizaje premeditado; es esa persona adulta quien reinterpreta la complejidad de las normas y reglas, generalmente, empobreciendo el resultado del juego y coartando la libertad que le es inherente.

“mientras aprende, el alumno rechaza lo que le enseñan, no lo hace suyo, no se transforma con ello. La escuela con su simplificación, con su programación tan segura, ha perdido completamente el vínculo con el placer y debe recurrir a un motor mucho menos potente y eficaz: el deber”

(Tonucci, 2012, p. 88)

Tenemos por delante, por tanto, la difícil tarea de recuperar el juego como actividad libre y placentera. Sin olvidar que, como actividad libre, es un elemento con un gran potencial de aprendizaje encerrado en su interior.

La libertad es la clave para disfrutar del juego

Puede entonces, que convenga pensar dos veces antes de volver a reñir al estudiante que juega en clase, y se “distrae”, mientras tratamos de explicar las ventajas de la gamificación que proponemos.

Y quizás, solo quizás, tengamos que pensar en aportar menos instrucciones y más tiempos y espacios, para acordar nuestros juegos y los principios bajo los que ponerlos en práctica. Porque la libertad del juego, termina precisamente en la elección de practicarlo. Todo juego está sujeto a reglas, aunque tratemos de saltárnoslas en algún momento.

Resumiendo. Para jugar, necesitamos evitar sentirnos con la obligación de jugar; debemos establecer reglas, que toda persona participante debe conocer y aceptar (aunque puede que alguien intente saltárselas). Finalmente, debemos ser conscientes que no hay ninguna recompensa en el juego, solo el placer de participar y compartir tiempo y espacio con nuestra imaginación y habilidades, o con otras personas.

Juegos de mesa ¿libres?

Los juegos de mesa, son una expresión más de ese tiempo de placer y disfrute, en el que las reglas han venido instaurándose a lo largo de siglos y aún suelen repensarse. Pensemos en ese momento que nos sentamos con unos amigos y explicamos cómo jugamos nosotros a cualquier juego de cartas… la tradición y la historia de cada persona, ligada al su propio contexto, hace que la negociación de las reglas sea el primer punto de la partida:

– Nosotros siempre usamos el as como comodín.

– Yo nunca he jugado con comodines. Y todas las figuras suman los mismos puntos, 10.

– No, no. Cada figura suma los puntos que tiene.

Pero, los juegos, y por supuesto los juegos de mesa, son un momento para la estrategia, para encontrar en la compañera o compañero de juego un aliado hacia la victoria; o, descubrir en nuestra amiga o amigo más cercano la traición que no esperábamos.

Traicion juegos de mesa educativos

En la actualidad encontramos un sin fin de juegos de mesa orientados al aprendizaje específico de distintas áreas del currículum: inglés, matemáticas, Lengua, ciencias naturales

Se trata casi siempre de juegos enfocados a los contenidos que, sin duda, pueden sernos muy útiles en determinados momentos. Pero, aquí queremos rescatar la riqueza de los juegos de siempre y como no… de los juegos de mesa que realmente nos hacen aprender algo más que un contenido, poniendo en juego estrategias de lo más complejas, que impulsan nuestras capacidades mentales.

Cuando el juego es compartido desde la libertad de participar,  nos presenta situaciones en las que los juegos ponen a prueba nuestro conocimiento, nuestras emociones y sobre todo nuestra habilidad para alcanzar el objetivo final…. ¿Ganar? ¿Reir? ¿Pasar un buen rato?

Juegos de mesa desde la antigüedad a nuestros días

Los juegos de mesa proceden de las civilizaciones antiguas. Al margen de los dados, que sin duda fueron el primer juego de azar al que nos dedicamos como seres humanos, el juego Real de Ur, representa el primer juego de mesa conocido (Mesopotamia, 4.500 AC), que introducía ciertas posibilidades de estrategia.

Sin embargo, las distintas civilizaciones fueron creando sus propios juegos de mesa, como forma de distracción e incluso de aprender distintas estrategias que se aplicaban a la vida real, llegando algunos de ellos hasta nuestros días: Senet en Egipto, Ajedrez en la India , Backgamon (a través sus antecesores Ludus Duodecim Scriptorum o tábula) en Roma, El Go en China, el Awalé en Africa.

En la actualidad, la oferta de juegos de mesa es cada vez más amplia. En cada uno de esos juegos, podemos encontrar valiosos aprendizajes para aprender contenidos transversales del currículum, pero también para comprender nuestra sociedad, sus estructuras, sus relaciones… y pensar nuevos futuros posibles:

Ejemplos de juegos de mesa basados en la actualidad              

Monopoly. Juego del casero como lo denominó su creadora, Lizzie Magie, para denunciar los efectos negativos del capitalismo de especulación. Un juego que ha evolucionado mucho y que presenta nuevos formatos como el “Antimonopoly”, “Ms. Monopoly”“Commonspoly”.

Los colonos de Catán o Catán. Creado por Klaus Teuber. Un juego que aporta multitud de posibilidades, manteniendo el interés de la partida hasta el final y destacando, que durante la partida nadie queda eliminado y siempre existe la posibilidad de asumir ciertos retos personales.

Keep Cool. Un juego sobre el cambio climático con el que tendremos que llevar a cabo las negociaciones necesarias para equilibrar los intereses de nuestro país.

Virus (y para más mayores, pandemia). Quizás el Covid-19 nos haya cogido por sorpresa, pero con estos juegos nuestro alumnado deberá aprender a parar la propagación del virus

Spirit Island (¡Fuera de mi isla!). Un juego colaborativo en el que deberemos detener la colonización de nuestra isla.

Los pacificadores. Un juego que aún está por llegar en español, pero con el que tendremos que conseguir evitar la guerra.

Quizás, el mejor aprendizaje que nos aportará cualquier juego, es aprender a divertirnos, a conocernos un poco más, a comprender que lo que pasa en el juego es, simplemente parte del juego. Y sobre todo… aprender a perder.

Categorizado en: Educación y Sociedad

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