En un mundo en el que debido a la comunicación inmediata que existe entre todos los puntos del planeta, hay muchas cosas que culturalmente se están haciendo homogéneas e idénticas, son los pequeños matices de identidad cultural los que permiten enriquecer la vida y la experiencia de todos los habitantes.
No se trata de priorizar lo local sobre lo global, ni de negar el valor que la Globalización puede añadir en muchísimos ámbitos de la vida. Tan solo que el intercambio de conocimientos puede empujar tecnologías como la médica, hacia dimensiones impensadas de otra forma. Pero es verdad que el mantener la diferencia es precisamente lo que hace a la globalización algo interesante. ¿Qué importancia tendría poder ver fotos y vídeos en transmisión instantánea de bailes del otro lado del mundo si las personas bailan lo mismo que nosotros? La diversidad no empobrece, al contrario, es una fuente infinita de ideas, experiencias, vivencias y de aprendizajes.
Una de las formas más agradables de disfrutar la enorme diversidad cultural que nos ofrece el mundo es la gastronomía. Hablamos de Globalización culinaria, queriendo transmitir esa fuente de ricas y diferentes sensaciones de la cocina de cada país. ¿Quién puede negar el desafío a los sentidos que produce probar platos tan diferentes como un buen curry, un cuscús o una auténtica paella valenciana?
La globalización culinaria para conocer diferentes culturas
Sin ir muy lejos y dentro mismo de la geografía ibérica, hay tal variedad de corrientes culinarias que resulta normal que haya una gran transmisión de valores culturales a través de la cocina. Sólo basta comer en un auténtico restaurante local en Donostia para probar las delicias de la cocina vasca y con ello, embebernos de la cultura local. Y lo mismo ocurre al entrar a un bar y sentir el olor de la comida en Mallorca, o probando un plato tradicional asturiano… descubrir una ciudad, un país y un pueblo es mejor a través del paladar y el estómago. La Globalización culinaria permite conocer esta diferente variedad de alimentos, promoviendo así el deseo de querer probar estas sensaciones, y por qué no, de fomentar el turismo.
Además, existe aún otra riqueza que pasa por la tradición culinaria. En una entorno en el que no solo existe Globalización culinaria, sino que todos los jóvenes consumen idénticos productos culturales: mismas películas, mismos videojuegos, misma música… ¿cómo hacer para transmitirles costumbres, ideas o un poco de historia local? Hay pocas cosas tan atractivas para jóvenes como adultos como un delicioso plato. Algo rico, gustoso, es simplemente irresistible. Y a través de la comida, se crean vínculos, recuerdos, emociones. Se construyen puentes entre generaciones que disfrutan al parejo de los platos preparados en el hogar. Se enseñan cosas que de otra forma pueden resultar abstractas. Y una cultura local rica no está peleada con una bienvenida al mundo que se nos ofrece de formas diferentes en la época actual, al contrario, es un pilar para poder disfrutar del mundo global con mayores herramientas éticas, epistemológicas y morales.
Ya sabes por qué la Globalización culinaria es tan importante como cualquier otro aspecto cultural. ¿te animas entonces a disfrutar, por ejemplo de un pescaíto frito andaluz? Cuéntanos tu experiencia.
Comentarios
Muy interesante, me encanto tu articulo