El empleo representa una de las bases del desarrollo personal y social de los individuos. Desde que comenzamos a crecer, una de las pocas cosas que tenemos claras para el resto de nuestra vida es que debemos y queremos trabajar, tener un empleo remunerado. Este hecho no solo supone la recompensa económica tan necesaria para tu prosperidad e independencia, sino que el empleo supone el crecimiento de la integridad emocional, autoconcepto y autovaloración.
El desarrollo de un trabajo remunerado representa para todos un derecho y un deber, en cambio, nos damos cuenta de que existen muchas patologías que nos alejan de encontrar un empleo. En esta ocasión nos centraremos en la epilepsia. Esta enfermedad representa un fuerte hándicap negativo para encontrar un puesto de trabajo, de hecho la gran mayoría de las personas que la padecen no son capaces de comunicarlo en sus empleos o futuros desarrollos laborales, ya que pueden ser marginadas o estigmatizadas.
¿La epilepsia constituye un problema a la hora de integrarse en un empleo?
La epilepsia supone una problemática que implica la no integración en el empleo del nuevo trabajador/a. Esta patología es bastante desconocida en la sociedad, está identificada con los episodios convulsivos, muy desagradables para el trabajo en equipo. De este modo, los empresarios, por lo general, tienen miedo de contratar a un individuo con estas características, pensando en el gasto económico y de la SS que le puede suponer afrontar los posibles episodios desagradables. Existe incluso la creencia de que los empleados con dicho trastorno requieren de un tipo específico de contrato laboral.
Por otra parte, son ignorados los tipos de epilepsia, así como las manifestaciones de cada una de ellas; olvidando totalmente los tratamientos y grado en el que se encuentra cada persona con respecto a la enfermedad. Una persona epiléptica puede desarrollar perfectamente su vida laboral, en el caso de que tenga la medicación y hábitos ajustados a su desarrollo personal. De esta forma no causará ningún problema al empresario, objetivo de la empresa, ni compañeros de trabajo.
Las posibles medidas preventivas a un ataque epiléptico
En cualquier caso, existen medidas preventivas y de actuación para las personas con dicha enfermedad. Son individuos que han pasado por un proceso bastante exhaustivo de análisis de las consecuencias de su enfermedad, por lo que suelen tener bastante cuidado y responsabilidad con sus comportamientos, alimentación, sueño, tiempo de ocio, etc. A su vez se conocen determinadas labores que no pueden realizar dichos sujetos, por su seguridad y la de los demás. Estos empleos requieren el uso de armas o la conducción de vehículos especiales o transporte público. Así son por ejemplo inviables con la epilepsia los trabajos de policía nacional, guardia civil, controlador de circulación aérea, etc.
Esta enfermedad no es conocida a simple vista en una persona, es necesario que la persona la mencione para que sea detectada. Lógicamente, es una enfermedad, como cualquier otra que debería ser conocida por el empresario, así como por los compañeros/as de trabajo; ya que vivimos en una sociedad en la que pasamos más tiempo en el trabajo que en nuestras propias viviendas. Además es una patología que puede representar episodios desagradables en el empleo, más aún si no se conoce la forma de actuar por parte de los presentes en dicho suceso.
Por todo lo anteriormente mencionado, entendemos que la epilepsia no debe suponer una estigmatización en el desarrollo laboral. Esta enfermedad no supone gastos adicionales para la empresa, y se requiere el mayor conocimiento de la misma para poder evaluar la capacitación de un empleado o empleada. Una vez conseguido este campo, se podrá comunicar la patología por parte del sujeto afectado, algo que será beneficioso para ambas partes. Mientras siga prejuiciada la visión de la epilepsia, como enfermedad activa con episodios frecuentes, el empleo será un duro trabajo para los sujetos afectados.