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Cuidado de adultos mayores
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Cuidado de adultos mayores: el trabajo invisible

El cuidado de adultos mayores ha generado importantes debates en las últimas décadas. Influenciado por crisis económicas, cambios sociales, o más recientemente, por la pandemia por Covid-19,  el modelo de atención hacia este colectivo está sufriendo una transformación completa. Pero, ¿Qué perfil caracteriza a las personas mayores? ¿Se cuenta con la suficiente financiación estatal para la adecuada cobertura de necesidades? ¿Qué papel juegan las mujeres en el cuidado de las personas mayores? Si quieres conocer la respuesta a éstas y otras cuestiones, sigue leyendo.

Nuevo perfil de los adultos mayores

Según el Banco Mundial, en 2021 la población mayor de 65 años supone el 10% de la población mundial. Estos datos se traducen en la contundente afirmación de que la población mundial está envejeciendo, provocando una transformación social muy significativa con consecuencias para todos los sectores de la sociedad. Pero no sólo ha aumentado el número de personas mayores, sino que su perfil y características también han sufrido un cambio importante.

En las últimas décadas la idea de envejecimiento se ha trasformado y se proponen nuevos modelos de envejecimiento desde una mirada más positiva. En 2002 la OMS plantea el término envejecimiento activo donde se hace referencia a la participación de los adultos mayores en los aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos de la sociedad. Se fomenta el protagonismo de cada persona en esta etapa vital de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades personales. Esta participación se nutre además de los progresos en el campo de la medicina y el desarrollo de las nuevas tecnologías que contribuyen a una mayor autonomía durante más tiempo y, por tanto, a una mejor calidad de vida.

Recursos para el cuidado

Hasta el 2006, momento en el que se promulga la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, los derechos de las personas dependientes no contaban con un respaldo normativo y la atención se procuraba en el entorno familiar, siendo la mujer la principal suministradora de los cuidados.

La entrada en vigor de la LAPAD, cuya reforma está en pleno proceso, supuso el reconocimiento de un derecho subjetivo y la obligación de los poderes públicos de prestar los apoyos necesarios en la cobertura de necesidades de las personas en situación de dependencia. A pesar de esta obligatoriedad, y tras 16 años desde que la norma se puso en marcha, el balance es muy negativo.

Según la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales nos encaminamos "a un sistema low cost donde las prestaciones y servicios son cada vez de menor intensidad e insuficientes para las necesidades de las personas en situación de dependencia". Si bien es cierto que el número de prestaciones y servicios se han incrementado en los últimos 6 meses del año, lo que invita a pensar en una recuperación del Sistema de Atención a la Dependencia (SAAD), esta mejora se debe en gran medida, a los servicios de bajo coste dirigidos a los dependientes de Grado I.  

No hay que olvidar además las consecuencias que la pandemia por Covid-19 ha traído consigo en los cuidados de los adultos mayores. Se han hecho muy visibles las deficiencias del modelo de cuidados en España y la necesidad imperiosa de implementar mejoras en el sector. Mejoras que, por otro lado, las y los profesionales reivindican desde hace años y pero que no han obtenido respuesta por parte de los poderes públicos.   

Mujer y cuidados: un rol muy arraigado

En la base de los cuidados a las personas adultas está la mujer como elemento inmutable. Desde tiempos ancestrales, la mujer ha estado ligada a los cuidados de las personas de su entorno. Este hecho no se ha visto influenciado en modo alguno por la incorporación de la mujer al mundo laboral. Todo lo contrario; la mujer ha pasado a desempeñar una doble jornada laboral. A las tareas de hogar y cuidado de personas dependientes que ya venía realizando, se le ha sumado la jornada laboral remunerada. La mujer ha salido del hogar para trabajar, pero el hombre no ha terminado de entrar. 

La pandemia mundial no ha servido para romper con lo establecido y acabar con las normas de un sistema machista y obsoleto que se aferra a las jerarquías establecidas donde los hombres siguen teniendo sus privilegios y las mujeres somos las eternas cuidadoras invisibles. Repensar el modelo de cuidados y de(construir) todos aquellos estereotipos que sitúan a la mujer en inferioridad de condiciones parece una tarea compleja pero no lo es. Trabajar en la corresponsabilidad y en el reparto igualitario de tareas entre mujeres y hombres dentro del hogar revertirá en una sociedad más justa e igualitaria, donde las personas, independientemente de su sexo, compartan responsabilidades y dispongan de iguales tiempos y oportunidades para el trabajo, la formación y el ocio. 

#corresponsabilidad #cuidados 

 

 

 

 

 

Categorizado en: Educación y Sociedad

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