Explorar el sentido de la vida es una búsqueda profunda y personal que puede enriquecer la vida de los jóvenes al ayudarles a comprender sus valores, metas y propósitos. Y la educación es un pilar fundamental en la construcción de identidades fuertes y sanas. Sin embargo, el contexto de crisis actual está haciendo estragos en la vida y la salud de los más jóvenes. Y los desafíos de la educación se hacen cada vez más grandes.
Es evidente que desde hace años se ha extendido un ambiente de malestar que ha llegado hasta nuestras aulas. Aun así, la sensación de malestar no se percibe como algo extraordinario, un acontecimiento al que los jóvenes están llamados a reaccionar. Es más bien un sentido generalizado y normalizado que los jóvenes han interiorizado. Ante el desanimo y la pasividad tan extendida entre los jóvenes y adolescentes ¿cómo debería responder la educación?
El sentido de la vida para los jóvenes
El 15 de octubre de 2021, UNICEF alertaba sobre el empeoramiento de la salud mental en jóvenes y adolescentes. El informe declaraba que el suicidio es la segunda causa de mortalidad en los jóvenes de Europa. Solo los accidentes de tráfico ocasionan más muerte entre los jóvenes de 15 y 19 años. Además, según UNICEF, España ocupa el primer puesto en la lista europea como el país con más prevalencia de problemas de salud mental. Ante esta situación deberíamos preguntarnos ¿qué está ocurriendo?
Esta misma cuestión impregna el estudio llevado a cabo por el psicólogo y filósofo Miguel Benasayag y el psiquiatra Gerard Schmit. Tras exponerse a la situación de miles de jóvenes que requerían de asistencia psicológica, se dieron cuenta de que la mayoría de ellos no presentaba un problema de origen psicológico como tal, sino que el origen de su malestar era cultural. La intuición que subyace a este estudio es que existe una innegable tristeza que recorre la sociedad actual. Y son los jóvenes los primeros a pagar el precio de vivir constantemente en un contexto de crisis.
El sentido de la vida para los jóvenes es algo incierto
La adolescencia es un momento de conformación biológica, psicológica y social. Es un periodo de proyección y crecimiento en un sentido muy amplio, de posibilidad de ser. Sin embargo, la incerteza del futuro y el aceleradísimo ritmo de vida imposibilitan la creación de espacios seguros. Donde crear una identidad fuerte y sana, donde establecer relaciones perdurables y constructivas. Los jóvenes están obligados a cambiar constantemente. A navegar en la incertidumbre.
A la posibilidad de destrucción total que brinda la energía nuclear, a la constante degradación del medio ambiente natural y social, a la crisis financiera hay que añadir la reciente pandemia que demostró la imprevisibilidad del futuro y la fragilidad del sistema. Por lo tanto, esta incertidumbre subyacente determina una mirada al futuro como inquieta y alarmada, que afecta profundamente las expectativas de los jóvenes que ahora han internalizado la idea de inestabilidad.
Ante esta situación ¿a qué se aferran los jóvenes para construir un proyecto de futuro? La expectativa laboral se reduce a contratos temporales, años de desempleo y sobrecualificación. Las aulas están llenas de alumnos que no saben para qué están ahí. Y tienen toda la razón del mundo.
Sentido y educación
La educación actual se ha basado en un modelo tecno-científico. El objetivo de este paradigma es alcanzar resultados. En la base de su reflexión educativa se encuentra el concepto de eficiencia y de beneficio, términos que la educación ha cogido prestados del discurso económico. La educación se ha reducido a un hecho cuantitativo, fundamentado en contenidos y notas. Como la cuantidad debe ser medible, de la escuela vienen expulsadas todas las dimensiones que se escapan al cálculo.
La creatividad, la identidad, las emociones, el deseo o el dolor, que constituyen el crecimiento juvenil, no tienen cabida en la escuela. La gente joven se encuentra experimentando sus primeros años de edad adulta en un contexto de constante cambio donde ninguna institución ni ningún parámetro culturar los sostiene y les proporciona herramientas y ambientes seguros para construir su propia identidad.
Nos encontramos a menudo padres y profesores que tienen la idea de preparar a los más jóvenes para las dificultades de la vida. Dejando a un lado la curiosidad por aprender y sustituyéndola por el manejo de herramientas y conocimientos que les servirán para enfrentarse a lo peor. Parece que la escuela solo ofrece un conocimiento “útil” que “sirve” para hacer malabares con las dificultades de la vida.
Conoce estas actividades sobre el sentido de la vida para jóvenes
En una era de crisis profunda y cambio constante, los jóvenes corren el riesgo de alejarse de las emociones positivas experimentadas individualmente y moverse hacia las emociones negativas transmitidas por el contexto social. La escuela y la educación debe hacerse cargo de estas problemáticas y ofrecer soluciones.
Quizás algunas de las actividades más importantes que debería reincorporar la educación a sus aulas son los espacios de reflexión. Actividades que inciten a conocer la realidad que los rodea y a comprenderla. De esta manera, podemos promover una educación que piense en la salud emocional de nuestro alumnado.
La escuela debe ser un espacio no solo de instrucción, sino también de expresión y comprensión. La educación no solo debe preocuparse de la adquisición de competencias, sino que debe atender en igual medida los sentimientos y emociones del alumnado.