La
toxoplasmosis es una infección bastante común y de amplia distribución geográfica, que en la mayoría de los casos pasa totalmente inadvertida, pero que durante el embarazo cobra especial importancia debido a las trágicas consecuencias que puede tener para el feto.
Normalmente la toxoplasmosis es
asintomática, y cuando no lo es cursa con
síntomas leves y de corta duración similares a los que aparecen cuando se padece una gripe o una mononucleosis infecciosa: dolor de cabeza y muscular, ganglios inflamados y en algunos casos una leve inflamación hepática y del bazo. El
problema aparece cuando es una
mujer embarazada la que se
infecta con el parásito, ya que existe la posibilidad de una transmisión transplacentaria que podría afectar al bebé en gestación acarreándole una toxoplasmosis congénita que en sus formas más graves puede llevar a la muerte intrauterina o causar importantes secuelas.
¿Cómo se transmite la toxoplasmosis?
La manera más habitual de infectarse con el parásito es a través del consumo de carne cruda o poco cocinada, frutas y verduras mal lavadas, alimentos tratados por personas infectadas, así como la manipulación de tierra con las manos, y a través de las heces contaminadas del gato, hospedador definitivo de T gondii, que encuentra en el intestino de este animal el medio más propicio para desarrollarse y gracias al cual se disemina en forma de ooquiste a los distintos medios antes mencionados. Por lo que el extremar las precauciones de higiene es fundamental.
Los gatos suelen contraer la infección al cazar roedores o pájaros infectados, incubando el parásito en un tiempo de entre 3-20 días, periodo tras el cual comienza a liberar ooquistes a través de las heces. Estos quistes no son de inmediato infectantes, necesitan de unas 24-48 horas para serlo, tiempo tras el cual son altamente resistentes pues son capaces de permanecer en la tierra húmeda hasta un año y de soportar temperaturas comprendidas entre los 4ºC y 7 ºC.
Toxoplasmosis y embarazo
Cuando una
mujer encinta adquiere esta enfermedad por alguna de las vías anteriormente mencionadas se encuentra en
riesgo de trasmitirla al bebé y como consecuencia provocarle afecciones en ojos, hígado y bazo así como retrasos mentales, graves problemas de vista, apoplejía, parálisis cerebral e incluso podría morir pocos días antes de nacer.
Si la infección se produce durante el primer trimestre, el riesgo de infección trasplacentaria es del 15%. El riesgo aumenta a alrededor del 30% durante el segundo trimestre y al 60 % durante el tercero. Sin embargo cuanto más cerca del comienzo del embarazo ocurre la infección más grave suele ser la sintomatología en el bebé.
Si la infección se produce antes de que la mujer se quede embarazada, ésta se vuelve inmune por el resto de su vida generando los anticuerpos correspondientes. El parásito puede permanecer de manera indefinida en forma de quistes, pero no existe riesgo de transmisión. No obstante los médicos recomiendan esperar entre 6-8 meses después de la infección con objeto de evitar posibles riesgos. Sin embargo si la mujer contrae por primera vez la
toxoplasmosis durante el embarazo existe un
riesgo del 40% de trasmitir la infección al feto.
En la práctica diaria se investiga en las madres la presencia de anticuerpos séricos antitoxoplasma, IgG e Ig M.
Si la prueba de detección de anticuerpos sale negativa, la embarazada está expuesta a la infección aguda y por lo tanto debe de tomar las precauciones pertinentes y realizarse controles séricos mensuales de control.
Cuando en la analítica se registran anticuerpos antitoxoplasma indica que la mujer ya ha padecido la enfermedad, pudiéndose determinar el momento en el que la adquirió (antes o después de la concepción). Si se demuestra que la mujer la contrajo estando ya embarazada el médico prescribirá un tratamiento antibiótico combinado de Pirimetamina y sulfamidas e incluso realizará una amniocentesis para comprobar si la infección llegó al bebé.
¿Cómo prevenir la toxoplasmosis?
En la
prevención de esta enfermedad tendremos que efectuar una serie de medidas sobre las posibles vías que existen para contraerla:
El hecho de estar embarazada no implica que tengamos que desprendernos de nuestro animal de compañía, simplemente es necesario tomar una serie de medidas higiénicas como:
cambiar el arenero diariamente para evitar la maduración de los ooquistes (se recomienda que lo realice una persona distinta de la embarazada, pero si no es posible, se aconseja el uso de guantes desechables e incluso mascarilla),
no permitir que el gato salga de casa para evitar que cace animales infectados,
no alimentarlo con carnes crudas o poco cocinadas,
no tocar gatos callejeros especialmente las crías, pues son más susceptibles de padecer la infección,
no permitir que anden sobre las encimeras de la cocina o los lugares reservados para comer.
- CARNE CRUDA O POCO COCINADA Y FRUTAS Y VERDURAS MAL LAVADAS
La carne debe cocinarse hasta alcanzar una temperatura de
70ºC para asegurarnos la muerte del parásito,
no debe tener color rosa y los jugos deben de ser trasparentes. Se recomienda congelar la carne días previos a su consumo. A sí mismo cuando se manipule, los
utensilios utilizados para prepararla (tablas, cuchillos...) deben ser lavados con agua caliente y con jabón. Con respecto a las
frutas y verduras, deben
lavarse concienzudamente y pelarse antes de su consumo.
Después de la manipulación de estos alimentos no deben llevarse las manos ni a los ojos, ni a la boca y la nariz.
Durante el
embarazo no se recomiendan las labores de jardinería, pero cuando aún así se realicen siempre tienen que ir acompañadas de
guantes. Así mismo en la medida de lo posible debe
evitarse acercarse a parques infantiles con arena donde pueden existir los parásitos.
Siguiendo todas estas recomendaciones podemos gozar de un
embarazo seguro.
¡No abandones tu mascota!
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