Los “bochornos” o sofocos son algo con lo que han de lidiar día a día miles de mujeres que se encuentran en el final de su periodo fértil, la menopausia, alrededor de los 50 años. Los sofocos suelen ocurrir siempre de la misma manera, y los hace inconfundibles. Empiezan con una sensación de calor intensa en el rostro y la parte superior del cuerpo, para después ir seguidos de sudor, agitación, mareo, nauseas, ansiedad, dolor de cabeza y debilidad. Veamos el mecanismo fisiológico que desencadena los sofocos, en los cuales el eje neuroendocrino hipotálamo-hipófisis-ovarios tiene mucho que decir.
En nuestro cerebro existe una zona denominada hipotálamo, cuyas funciones son regular la cantidad de hormonas que libera la hipófisis, organizar conductas como la alimentación, el apareamiento y la agresión y mantener la temperatura corporal. Es el termostato de nuestro cuerpo. El hipotálamo anterior es el encargado de disipar el calor corporal, mientras que el hipotálamo posterior se ocupa de mantener la temperatura corporal lo más constante posible, mediante el aumento o la disminución de la frecuencia respiratoria y la sudoración.
¿A que se deben los sofocos en la menopausia? El rol del hipotálamo
Como hemos mencionado antes, el hipotálamo regula la actividad hormonal de la hipófisis, zona glandular de nuestro cerebro encargada de regular la homeostasis, capacidad de mantener la condición interna estable mediante la compensación de los cambios en el entorno a través del intercambio regulado de materia y energía con el exterior. Es decir, la homeostasis es una forma de equilibrio dinámico que busca que nuestro cuerpo este siempre en las mismas condiciones internas de temperatura, entre otros muchos factores, sean cuales sean las condiciones del exterior. Para nuestro caso, debemos centrarnos en la adenohipófisis, situada en el lóbulo anterior de la glándula. La adenohipófisis secreta 3 tipos de hormonas que regulan numerosas funciones, como el crecimiento y el desarrollo del sistema reproductivo.
La parte final de este eje neuroendocrino es el ovario, el órgano reproductor femenino que es el encargado de producir y secretar hormonas sexuales y óvulos. Entre las hormonas que secreta se encuentran los estrógenos, los grandes protagonistas en el desencadenamiento de los bochornos.
Los tres elementos que forman parte del eje hipotálamo-hipófisis-ovario se comunican entre sí a través de hormonas. El hipotálamo sintetiza la hormona liberadora de gonadotrofina (GnRH), que ejerce su acción en la adenohipófisis. Cuando a la adenohipófisis llega la GnRH, esta libera dos hormonas al torrente sanguíneo, la hormona folículo estimulante (FSH) y la hormona luteinizante (LH). Ambas llegaran al ovario, donde efectuaran su función. La hormona LH es la que lleva a cabo el desencadenamiento de la ovulación, mientras que por su parte, la FSH produce un aumento en los niveles de producción de estrógenos por parte del ovario. El circuito se cerraría y regularía debido a que los estrógenos inhiben la producción de GnRH en el hipotálamo, y por lo tanto estaríamos ante un caso de regulación por retroalimentación negativa.
El ciclo de los estrógenos en la vida de una mujer
Durante la vida fértil de una mujer, la secreción de estrógenos va disminuyendo, alcanzando niveles muy bajos con el comienzo de la menopausia. Los bajos niveles de estrógenos no pueden mantener la regulación por retroalimentación negativa de la hormona GnRH. Por lo tanto, las hormonas hipotalámicas e hipofisarias se producirán sin control, alterando el eje neuroendocrino y afectando a las funciones de sus elementos, entre las que se encuentra el mantenimiento de la temperatura corporal.
Ahora ya sabes a que se deben los sofocos en la menopausia: Los estrógenos son, por lo tanto, el gran causante de los sofocos, entre otros síntomas de la menopausia. La administración de estrógenos por vía oral y cutánea se conoce como “terapia hormonal sustitutiva” y ha demostrado que reduce los síntomas y complicaciones asociadas a la menopausia, siendo el tratamiento indicado hoy día.
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