¿Es dañina la leche?
El argumento que ha convencido a la sociedad para inducir este alto consumo es que dispone de calcio, otorgándole a la industria el arma perfecta para prácticamente obligarnos a su consumo durante toda la vida: De niños hay que tomarla para crecer y de mayores para prevenir la osteoporosis. ¡Negocio redondo!
“La leche de vaca es veneno”. ¿Es esto cierto?
De primeras te podemos decir: no, no lo es. Tamaña afirmación no se ajusta a la realidad. Aunque está en tela de juicio si la leche de vaca es todo lo sana y vital que se insiste que es. Si bien hay muchos estudios que señalan la nocividad de la leche de vaca para el ser humano, también hay numerosas investigaciones científicas cuya conclusión reafirma la idoneidad de consumir leche desde la infancia hasta la edad adulta. También se suele argumentar que el único animal que bebe leche en la edad adulta es el ser humano y que, por tanto, es antinatural que bebamos leche hasta tan tardía edad.
No obstante, la leche se sigue considerando ampliamente como un alimento muy rico en proteínas y en ácidos esenciales, y muchos estudios antiguos y recientes confirman su efectividad en el fortalecimiento óseo y en la prevención de la osteoporosis. En este artículo te enseñaremos la cara fea de la moneda, es decir, los argumentos que se utilizan en contra del consumo de leche de vaca.
Calcio de la leche
Sin rodeos, la leche no es fuente primaria de calcio. Ciertamente, si analizamos su composición encontraremos entre 110-140 mg de calcio por cada 100 ml de leche. Pero la mala proporción que guarda con el fósforo y el magnesio y los tratamientos a los que se somete para enmascarar su falta de frescura (adición de fosfatos) y aumentar su vida útil (esterilización UHT) hacen que la cantidad de calcio absorbido sea escaso. En el mejor de los casos podríamos hablar de un 30% de calcio absorbido, o sea, entre 33-42 mg Ca/100ml.
The China Study: resultados
Para colmo, en uno de los estudios epidemiológicos más rigurosos y concluyentes en materia de salud realizados a día de hoy (The China Study, 2005), aporta unas conclusiones muy alarmantes: La leche no solamente no contribuye a la mineralización del hueso, sino que contribuye a su desmineralización.
Para profundizar sobre este aspecto les recomiendo la lectura de «Existe calcio más allá de los lácteos”.
Otros elementos perjudiciales que podemos encontrar en la leche
Grasa de la leche
Se trata del componente de la leche sobre el que más conciencia hay de su perjuicio para la salud. La leche de vaca es conocida por su alto porcentaje de grasa saturada, la cual tiene una gran capacidad para formar placas de ateroma, aumentando así el riesgo cardiovascular. De hecho, la Sociedad Americana del Corazón desaconseja para toda la población el consumo de leche entera por su relación directa con las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, la industria va un paso por delante y desde hace ya muchos años existe leche con diferentes cantidades de grasa. ¿Problema solucionado? Vamos a ir viendo que no.
Proteína de la leche
En primer lugar, la proporción proteica de la leche de vaca así como el tipo de proteína es muy distinta a la leche humana. En la leche de vaca encontramos un 80% de caseínas y un 20% de albúminas, mientras que en la leche humana se invierten dichos porcentajes (20% de caseínas y 80% de albúminas).
Pero el mayor problema radica en que las caseínas de la leche de vaca (α-caseínas) son diferentes a las de la leche humana (β-caseínas), y son estas α-caseínas las que provocan la mayoría de alergias a la leche. De igual modo, las albúminas de la leche de vaca son diferentes a la humana, provocando igualmente alergias y problemas, aunque en menor medida que las caseínas.
Además, las caseínas de la leche son sustancias que normalmente no somos capaces de digerir completamente. En primer lugar, la leche neutraliza los ácidos segregados por el estómago (necesarios para la digestión proteica), además, conforme avanzan los años disponemos de cantidades reducidas de rennina (enzima necesaria para la digestión de las caseínas).
Por tanto, las caseínas son hidrolizadas parcialmente y los péptidos resultantes pasan al intestino delgado, los cuales no tenemos capacidad para absorberlos, quedando adheridos a las paredes intestinales y provocando diversos problemas (malabsorción de otros nutrientes, problemas inmunológicos, irritación e inflamación intestinal, etc.).
Sin embargo, en la práctica se ha visto que parte de estos péptidos son capaces de pasar a la sangre en la mayoría de personas debido a la hiperpermeabilidad intestinal inducida por la mala alimentación actual, el excesivo abuso de medicamentos, el consumo de alcohol o incluso el estrés. Esta situación activa inmediatamente los mecanismos inmunológicos de emergencia del organismo para eliminar esta sustancia extraña de nuestro cuerpo.
La consecuencia más palpable es un exceso de mucosidad tras la ingesta de lácteos para tratar de eliminar esas sustancias extrañas. Sin embargo, también puede inducir la aparición de problemas mayores como asma, diabetes tipo I, problemas cutáneos o artritis reumatoidea, entre otros.
Glúcidos de la leche
El glúcido que vamos a encontrar es la lactosa, un azúcar exclusivo de este tipo de alimentos compuesto por una molécula de glucosa y otra de galactosa. Para su hidrólisis es necesaria la acción de una enzima, la lactasa, que al igual que ocurre con la rennina, disminuye de manera brusca su cantidad tras la etapa de lactancia.
Por este motivo, entre el 60-75% de la población mundial pierde la capacidad de digerir la lactosa. En el caso de España el porcentaje de intolerantes a la lactosa es menor, en torno al 20-30%, aunque sigue siendo una cifra a tener en cuenta.
Pero el problema no termina ahí, ya que la galactosa absorbida sigue una ruta metabólica propia para ser transformada en glucosa, la cual con los años va siendo cada vez menos eficiente, por lo que la galactosa puede acumularse en algunos tejidos produciendo diversos problemas. Un ejemplo es la relación existente entre el consumo de lácteos y problemas oculares (cataratas, etc.) por acumulación de galactosa.
Hormonas de la leche
La leche de vaca contiene hormonas naturalmente presentes capaces de inducir el crecimiento de un ternero en cientos de kilos. Sin embargo, a estas debemos sumarles las hormonas sintéticas con las que la industria atiborra para inducir una superproducción de leche, lo que repercutirá positivamente en su beneficio y negativamente en nuestra salud.
Este es el caso de hormonas como la lactotropina, usada para incrementar la producción de leche hasta en un 40%, provocando hiperplasia en las ubres y mastitis. Todas estas hormonas (naturales y artificiales) pasan a la leche y de ésta a nuestro organismo provocando desajustes en nuestro sistema hormonal e induciendo diversos problemas.
Mención especial requiere la IGF-1 tipo insulina, una hormona de crecimiento con gran presencia en la leche de vaca, pero que igualmente podemos encontrar en el organismo humano en pequeñas cantidades. Sin embargo, cuando los niveles de esta hormona aumentan en sangre es indicativo de riesgo de cáncer de mama, próstata o colon, ya que se trata del factor principal de crecimiento y proliferación de este tipo de cánceres.
Esta relación tan directa entre el cáncer y el consumo de lácteos es la que ha llevado a la Escuela de Salud Pública de Harvard a eliminar de sus recomendaciones el consumo de leche y sus derivados.
Otras sustancias que encontramos en la leche
¿Es dañina la leche? A este punto habrás sacado ya tus conclusiones. Aparte de todo lo mencionado hasta ahora, en la leche de vaca encontraremos sustancias que no imaginábamos que estarían ahí, como es el caso de antibióticos y otros fármacos, pesticidas y herbicidas, compuestos policíclicos, metales pesados, pus (mastitis), bacterias, detergentes y desinfectantes, etc. En este sentido les recomiendo la lectura de “La verdad sobre la leche”, donde podrán profundizar sobre los tóxicos que pueden encontrar en la leche de vaca.
Conservación de la leche
El método de conservación más utilizado por la industria lechera es la uperización o UHT, el cual provoca la modificación estructural de los nutrientes contenidos en esta, así como la perdida de la mayoría de vitaminas y minerales. Gracias a esta manipulación se convierte en un alimento seguro microbiológicamente hablando, pero nada saludable y sin ningún interés nutricional.
En definitiva, la leche de vaca y sus derivados consumidos actualmente no tiene ningún argumento a favor para seguir siendo consumidos. A modo de resumen les dejo un vídeo que me resulta interesante.
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Comentarios
Yo desayuno cada día leche con cereales. Dígame ahora qué debo desayunar. Tostadas ecológicas con mantequilla ecológica? Tortilla de hievo ecológico? Leche de arroz eco? Unas calchichas bio? Y me levanto media hora antes de lo habitual para preparar todo eso? El mundo de hoy en día está montado de tal manera que no hay tiempo ni medios. Mañana seguiré vertiendo mi tetrabrick de lecha en un tazón, calentar 2 minutos, comer los cereales en 10 y salir corriendo a trabajar. Lo siento.
Hola a todos, creo que están creando una alarma en exceso. Es cierto que la industria añade cantidad de sustancias a los alimentos pero tambien es cierto que sin ella no podríamos alimentarnos todos, ni durarían tanto los alimentos (no todos tenemos un huerto ni una granja hoy día). Por lo tanto tomar los alimentos con moderación, sin abusar y llevando unos hábitos de vida sana en general (ejercicio, no fumar, ete) nos ayudará a vivir muchos muchos años. No hay alimentos venenosos (tomados con moderación) ni alimentos mágicos..la cuestión está en el uso que demos…como los tomemos, cantidades, frecuencia..etc. Amigos consumo con cabeza, no se estresen porque si no, no comeríamos de nada!;)
[…] ciertos alimentos tras esta saga de venenos blancos de la alimentación actual (azúcar refinado, leche y derivados lácteos, sal, harina refinada y arroz refinado). Ahora son libres de elegir: seguir consumiéndolos, […]