Los seres humanos tenemos una tendencia innata a clasificarlo todo, a agruparlo y guardar cajas en el interior de otras cajas. El conocimiento no está exento de esta categorización. De hecho, desde un punto de vista científico, el agrupar el saber dentro de áreas concretas, facilita el avance de la ciencia y por ende, el de nuestra sociedad.
Si de todos los estantes que conforman la gran biblioteca que es el conocimiento humano centramos nuestra atención en las ciencias de la vida (en inglés life sciences), surgen diversas disciplinas, gracias a las cuales, hoy día nos hemos situado en la cumbre de la cadena trófica.
Imaginemos por un momento que las ciencias de la vida son un árbol. Su tronco se va haciendo más sólido con cada nuevo descubrimiento y el número de ramas incrementa en la misma medida en que surgen nuevas disciplinas.
Las primeras semillas de conocimiento
Aunque desde la llegada de internet tenemos la información al alcance de la mano, el conocimiento ha adquirido dimensiones estratosféricas como para que una sola persona sea capaz de dominar varias disciplinas diferentes. Nuestro cerebro es una obra maestra de la naturaleza, pero tiene sus límites.
Todavía nos queda mucho por descubrir, y si echamos la vista atrás, la historia de la humanidad parece indicar que el conocimiento se seguirá diversificando a medida que se acumule. Si hiciésemos un viaje en el tiempo a la Grecia del año 650 a. C., nos encontraríamos con que los primeros sabios de la época abordaban diversas ramas del conocimiento, todas ellas aparentemente dispares, como las matemáticas, la medicina, la física, la filosofía, etc. En aquel contexto histórico, la figura del especialista, que tan natural es para nosotros, no era lo habitual.
Lo que se sabía en aquel entonces sobre la vida en el planeta tierra estaba todavía bastante sesgado, fundamentándose principalmente en supersticiones y creencias religiosas. La semilla había brotado, pero el árbol todavía necesitaba crecer.
Los nuevos hallazgos riegan sus raíces
En resumen, una mayor cantidad de conocimiento crea la necesidad de una clasificación mucho más compleja ¿Y puede haber algo por encima de la propia vida en nuestro planeta que arroje más incógnitas y dilemas? Posiblemente, pero la búsqueda de soluciones a estos interrogantes sobre el fenómeno tan inusual que es la vida, es inherente al ser humano.
Esta curiosidad innata es el motivo principal por el que las ciencias de la vida o life sciences están tan diversificadas. Desde un pasado remoto hemos tratado de dar una explicación a todos los fenómenos que tienen que ver con la vida, y si bien hemos aprendido y descubierto infinidad de cosas, siguen surgiendo muchas preguntas sin respuesta.
Los científicos: las hojas que alimentan al árbol de las life Sciences
Las ciencias de la vida son complejas y abarcan el estudio de todos aquellos fenómenos que tienen relación directa con los seres vivos (microorganismos, plantas, animales y por supuesto el propio ser humano). Estas se encuentran en continua diversificación, mucho más aún desde la aparición de la biología molecular y la biotecnología. Esto ha permitido la formación de profesionales especializados de forma casi exclusiva en subcategorías determinadas.
En la actualidad sería imposible entender los avances en las ciencias de la vida sin esta marcada especialización de los científicos, que es sin lugar a duda uno de los motores principales de la investigación.
Labrarse un futuro en cualquiera de las ramas del majestuoso árbol de las ciencias de la vida es una carrera de fondo que implica un aprendizaje constante. El científico ha de estar actualizándose continuamente para continuar en la vanguardia, de lo contrario, otros podrían tomarle la delantera.
Es importante tener en cuenta que muchos de los conocimientos que tenemos hoy se fundamentan en teorías que están en continua revisión. Lo que hoy es una verdad aceptada para toda la comunidad científica, mañana podría dejar de serlo.
Life Sciences y la protección de nuestro planeta
Hay infinidad de disciplinas que pueden contarse dentro de las ciencias de la vida. Algunas de las más importantes son la biología, la genética, la medicina, la anatomía, la fisiología, la botánica, la zoología, la inmunología, la epigenética, la biometría… La lista podría continuar casi sin límites, lo que es una muestra de la importancia que tienen en nuestra sociedad.
De hecho, sobre las ciencias de la vida recae gran parte del peso de la supervivencia de nuestra especie y lo más importante, de nuestro planeta. Muchas de las investigaciones que se están llevando a cabo actualmente, están enfocadas al desarrollo sostenible, a la búsqueda de cultivos vegetales más eficientes, de métodos menos agresivos con el entorno para la obtención de alimentos, así como la búsqueda de fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles. Todavía queda mucho por hacer, y sin duda los científicos trabajan sin descanso para darle a nuestro planeta el trato que se merece.
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