Estamos de estreno. La primavera ha vuelto a pisar la faz de la Tierra, y con ella, numerosas plantas comienzan a despertar del largo letargo invernal, desplegando en un exuberante espectáculo de colores sus mejores flores. Lejos del componente estético que implica en sí este prodigio estacional, la primavera todos los años saca del anonimato a un grupo nutrido de alérgicos que ven en ella a su peor pesadilla. Si bien es cierto que las alergias se han convertido en un fenómeno global y “multiestacional” – hay plantas y árboles que provocan alergia durante todo el año – este periodo es si cabe más significativo pues coincide con la floración de las gramíneas, consideradas como el primer y principal agente causal de las alergias en todo el mundo.
Su aparición viene acompañada de una sintomatología característica y molesta que condiciona la calidad de vida de estas personas. Estornudos, congestión nasal, rinorrea, conjuntivitis, asma, tos, sibilancias, dificultad respiratoria, enrojecimiento, prurito, eritema, etc, forman parte de la “orquesta” del alérgico que nada tiene que ver con la “Primavera” de Vivaldi y que, en ocasiones, puede llegar a convertirse en un auténtico martirio.
En términos generales, la alergia se sobrelleva con medicamentos destinados a paliar la sintomatología (antihistamínicos, corticoesteroides, descongestionantes, entre otros), pero éstos no actúan sobre la causa que provoca la patología. Por este motivo muchas personas, cansadas de tener que someterse a los estragos de la alergia año tras año, recurren a la inmunoterapia como única posible vía salvífica. Pero ¿en qué consiste esto de la inmunoterapia?
¿Vacunas para la alergia?
La inmunoterapia, más popularmente conocida como “vacunación antialérgica” es el único tratamiento que puede actuar de fondo sobre el origen de la enfermedad. Se trata básicamente de la administración progresiva de pequeñas cantidades de la sustancia que provoca alergia (alérgeno) en el individuo previamente sensibilizado, hasta alcanzar una dosis máxima previamente establecida. Con ello se persigue conseguir tolerancia al agente causal de la alergia, y de esta manera poder exponerse a él sin manifestar la molesta sintomatología anteriormente descrita, o al menos minimizar su intensidad.
Su uso está especialmente indicado en aquellas personas con cuadros sintomatológicos moderados y graves, o repetidos de manera continua a lo largo de todo el año, con una baja o nula respuesta a la medicación tradicional, provocados principalmente por pólenes, ácaros, hongos, derivados epidérmicos y venenos de himenópteros (abejas y avispas).
El tratamiento se inicia en un primer momento con una pequeña dosis del alérgeno, que suele aplicarse una o dos veces por semana. A continuación, se aumenta progresivamente la dosis hasta alcanzar una concentración máxima – determinada en función de las características de cada paciente – , aunque en términos generales, se alcanza a los 4 o 6 meses después de comenzar con las inyecciones. Una vez alcanzada la dosis de mantenimiento, estas concentraciones se le aplican al paciente cada una o dos semanas en un principio, para después ir ampliando el tiempo de administración a tres o cuatro, en función de los resultados obtenidos. Generalmente, en la mayoría de los casos, el tiempo medio del tratamiento con inmunoterapia es de 3 a 5 años.
La administración de la vacuna admite dos posibilidades con demostrada eficacia: la subcutánea (inyecciones) y la subligual (bajo la lengua), y está indicada sólo en aquellas personas en las que el alérgeno que provoca el fenómeno de hipersensibilidad ha sido perfectamente identificado y la sintomatología típica se ha hecho manifiesta, siendo en este caso la vacuna generalmente efectiva. Esto significa que están excluidas todas aquellas personas que han dado positivo en las pruebas alérgicas pero no presentan síntomas, aquellas que sí tienen asma y rinitis pero no existe una causa alérgica identificable, e incluso aquellas que aunque dando positivo en las pruebas de alergia y presentar alguno de los síntomas, el alérgeno no se corresponde con la enfermedad (pruebas positivas a un ácaro que no existe en el país de residencia)
Finalmente, es muy importante que siempre sea administrada bajo la supervisión del médico, ya que en ocasiones puede provocar efectos secundarios leves (inflamación, prurito…etc.) o severos (síntomas respiratorios…etc.), esperándose siempre una media de 30 minutos en observación.
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