Las maravillas de la evolución
La selección natural y la evolución son sabias. Dan ventaja a aquellos organismos que son capaces de adaptarse a las condiciones más adversas de nuestro planeta. De hecho, aquellos organismos que en muchos casos catalogamos como plagas, se comportan como tal por ser los que presentan un mayor éxito evolutivo, siendo capaces de prevalecer en todo tipo de ambientes.
Pues bueno, creo que por el título ya te harás una idea de lo que te voy a contar en este artículo. Y no exactamente vamos a hablar de gusanos propiamente dichos, sino de las larvas de la polilla de la cera, Galleria mellonella. Los juveniles de este lepidóptero presentan una inusual cualidad que les da una ventaja evolutiva con respecto a otros representantes de su familia.
Los gusanos que comen plástico presentan unas enzimas especiales
Las larvas de esta especie presentan una serie de enzimas en su saliva con actividad oxidasa. Estas enzimas pertenecen en su mayoría a la superfamilia de las hexamerinas/profenoloxidasa y son responsables de la degradación de complejas moléculas orgánicas ramificadas, como la cera de las abejas de la que se alimentan en la naturaleza. En definitiva, el polietileno que forma parte de muchos de los productos de plástico que utilizamos en nuestro día a día, hablando en términos químicos, no es otra cosa que un hidrocarburo, es decir una molécula orgánica compleja y similar a la cera.
En esta misma línea, este lepidóptero ya contaba en su batería enzimática con unas enzimas que en el momento actual del planeta tierra, en el que la contaminación por plástico es un hecho, les resulta de suma utilidad.
Investigación española a la cabeza: El descubrimiento de las enzimas de los gusanos que comen plástico
Han sido investigadores españoles, concretamente del CSIC, los que han descubierto este hecho. Analizando la saliva del artrópodo mediante técnicas moleculares de última generación, como por ejemplo, la espectrometría de Raman o la cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas, han sido capaces de determinar tanto la presencia de estas enzimas, como su potencial en lo que a la degradación del polietileno se refiere.
Los microorganismos también tienen algo que decir…
Pero no solo la polilla se ha adaptado para digerir un alimento tan inusual. Los microorganismos pertenecientes a su microbiota intestinal también tienen predilección por estas moléculas complejas, y no es de extrañar. De hecho, se ha descubierto que miembros pertenecientes al género Enterobacter son capaces de producir también enzimas similares, que en esencia catalizan la oxidación del plástico, y por ende su utilización como única fuente de carbono.
El ser humano se beneficiará de los gusanos que comen plástico
Pero no solo las polillas se benefician de esta ventaja evolutiva. Diferentes grupos de investigación ya han puesto el ojo sobre la polilla de la cera por su gran potencial. Hablando en términos de eficiencia, unas 100 larvas son capaces de ingerir en torno a 92 mg de plástico en unas 12 horas aproximadamente. Para que te hagas una idea, son capaces de comerse la bolsa de plástico que obtienes en tu supermercado de confianza en un margen de unas decenas de días. Si tenemos en cuenta el tiempo que tarda el plástico en biodegradarse por causas naturales, esto es una gran proeza.
¿Podrá ser la ingeniería genética la respuesta?
Imagina la dimensión de este hecho. Ya no solo entra en juego el uso directo de este artrópodo para la eliminación de plásticos de la naturaleza. También se plantean otras opciones bastante jugosas.
Si se identifican los genes que codifican estas enzimas, estos pueden ser sobreexpresados en un vector de Escherichia coli. Esto implicaría su producción en grandes cantidades, para una vez purificadas, elaborar algún preparado comercial que pueda ser utilizado directamente sobre los productos de plástico.
Todo esto son suposiciones, todavía queda mucho trabajo por delante y mucho que investigar al respecto.
Desde mi punto de vista, me parece una solución bastante plausible e interesante, pero es una pena que tengamos que recurrir a ella. Como seres humanos deberíamos de ser capaces de colaborar para tratar de reducir el uso de plásticos en la medida de lo posible, así como extender el hábito del reciclado. No hay que olvidar que gastamos cantidades ingentes de dinero para solucionar problemas que nosotros mismos generamos y que son relativamente fáciles de evitar.
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