Ingredientes para crear un lindo bebé: 3 ml de espermatozoides, un óvulo y mucho amor
El desarrollo embrionario es un proceso sumamente fascinante. Reflexionándolo con calma, resulta increíble que de la unión de dos núcleos de las células germinales (óvulo y espermatozoide), surja un ser vivo complejo con el potencial de convertirse en una criatura totalmente autónoma. Todos los mecanismos que orquestan este proceso, desde la implantación del cigoto fecundado en el endometrio al desarrollo de los tejidos y órganos, parecen estar calculados al milímetro. Sin embargo, la biología no es perfecta y a veces puede cometer errores garrafales.
Disculpe, ¿El camino hacia el útero? Creo que me he perdido...
En condiciones normales, el ovocito y el espermatozoide se encuentran en una región de las trompas de Falopio relativamente próxima al ovario, conocida como la ampolla. Una vez producida la fecundación, el embrión resultante en fase de mórula se desplaza lentamente hacia la cavidad uterina mientras sus células van diferenciándose en blastocisto (el embrión propiamente dicho) y trofoblasto (precursor de la placenta). Normalmente la implantación en el endometrio ocurre en torno a los seis o siete días tras la fecundación. Cuando la implantación ocurre fuera de la cavidad uterina, se ha producido lo que se conoce como embarazo ectópico.
Afortunadamente, este fallo de implantación solo ocurre en un 2% de los casos. En torno al 97% de los embarazos ectópicos tienen lugar en las trompas de Falopio, concretamente en la ampolla, en el Istmo o en las fimbrias. El otro 3% son casos un tanto más extraños como por ejemplo en el cuerno uterino, en el ovario, en la cavidad abdominal, el ligamento ancho, en el cervix o en la vagina.
En general, cualquier anomalía física que dificulte la migración de la mórula a lo largo de las trompas de Falopio, podrá ser un factor de riesgo que predisponga a una mujer a sufrir un embarazo ectópico. Del mismo modo, existen otros factores como defectos en el epitelio de las trompas, o incluso hormonales que también pueden ser decisivos.
Embarazo ectópico: síntomas
Algunas situaciones específicas que pueden condicionar la aparición de un embarazo ectópico pueden ser por ejemplo el padecimiento previo de alguna enfermedad de transmisión sexual, el que la mujer haya sido sometida a cirugía de las trompas previamente, el fumar con frecuencia o el presentar una edad comprendida entre los 35 y 44 años entre muchos otros.
Se ha postulado que el hecho de tomar anticonceptivos orales o el haber dado a luz previamente mediante cesárea podrían ser factores de riesgo importantes. No obstante, no existe una evidencia científica contundente que nos lleve a esta conclusión.
Si te encuentras en el primer trimestre de tu embarazo y presentas sensaciones que se alejan de lo esperable, no lo dudes y acude a tu médico antes de que la situación empeore. En un embarazo ectópico, los síntomas que con más frecuencia se pueden presentar son sobre todo dolor pélvico y sangrado vaginal. Desgraciadamente, estos no son necesariamente específicos, y también pueden asociarse a otras patologías, como por ejemplo a infecciones bacterianas, o a una irritación vaginal o del cuello del útero entre otras. Este es el principal motivo por el que muchas mujeres no les dan la importancia que merecen, poniendo en riesgo su salud.
Métodos de diagnóstico del embarazo ectópico
Como ya hemos visto, los sitios anatómicos donde puede darse esta condición son muy variados. Esto dificulta seriamente el diagnóstico, sin embargo, existen una gran diversidad de métodos que pueden arrojar mucha más luz ante la presencia de un embarazo ectópico.
La gonadotropina coriónica humana (β-hCG) es una importante aliada que nos puede indicar que algo no va bien. En la evolución de un embarazo normal, la secreción de esta hormona comienza entre los días 5 y 8 de gestación y los niveles ascienden al doble cada 1,5 días de media durante las primeras 5 semanas. A partir de las siete semanas, los niveles de β-hCG se doblan cada 3,5 días de media.
En la mayoría de los embarazos ectópicos, esta secuencia difiere de forma bastante significativa. Los niveles de β-hCG en sangre incrementan bastante despacio, llegando a mantenerse constantes en un punto determinado, o incluso descendiendo. Sin embargo, conviene no tener una fe ciega en este parámetro. En el 30% de los embarazos ectópicos el patrón de síntesis de esta hormona es similar y prácticamente idéntico al de un embarazo normal.
Para superar este obstáculo, basta con tener en mente que si una mujer que presenta unos niveles de β-hCG iguales o superiores a 1500 mIU/mL, el saco coriónico del embrión debería poder ser detectado sin problemas mediante ecografía transvaginal. Si esto no es así, y la cavidad uterina aparece claramente vacía, no cabe la menor duda de que se trata de un caso de embarazo ectópico.
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