La pandemia mundial causada por coronavirus ha traído consigo importantes consecuencias a nivel sanitario. Gracias a los rápidos estudios realizados se ha descubierto, poco a poco, cuáles son los mecanismos de actuación del covid. Los principales investigaciones han estado relacionadas con el ámbito de la medicina, aunque también se han observado importantes efectos psicológicos y cognitivos.
La neurología y la neuropsicología han tratado de aportar luz en las alteraciones y síntomas que se han producido debido a los daños en el sistema nervioso. ¿Qué sabemos hasta el momento? Lo veremos a continuación.
¿Qué es el COVID-19 y cómo actúa?
El COVID-19 es un tipo de virus que pertenece al grupo de los coronavirus. El peculiar nombre de estos se debe a la forma de corona que se observa en la envoltura de su estructura. A través de diversos estudios se ha propuesto que el murciélago fue el huésped original del virus antes de que se transmitiese a humanos.
A nivel médico, las principales consecuencias que este virus puede causar son complicaciones respiratorias, fiebre, cansancio o tos seca, entre otros. El tiempo medio de incubación del virus está comprendido en 5 días, aunque se puede extender hasta 14. Dependiendo de las complicaciones que cause su evolución la persona puede llegar a sufrir problemas mayores, pudiendo entrar en coma o llegando a la muerte. También pueden manifestarse alteraciones de tipo neurológico, aunque han sido menos estudiadas. Esto último se conoce como neuroinvasión y es importante tener en cuenta la necesidad de estudio de los posibles daños causados.
Los mecanismos de actuación del COVID-19 implican una infección inicial de las vías respiratorias. Esta infección se produce por una dispersión de pequeñas gotas que se emiten al toser y al hablar. Tras esto, el virus comienza a desarrollar su actividad dentro del organismo. Dependiendo del caso, afecta a diferentes partes del cuerpo.
Las diferencias entre unos pacientes y otros se basan en factores como la edad y el padecimiento de patologías previas. Una edad avanzada y problemas de tipo respiratorio, cardíaco, diabetes obesidad o cáncer han sido relacionadas con un peor pronóstico. No obstante, se entiende que cualquier persona, independientemente de los factores comentados, puede llegar a presentar un cuadro grave. Por ello se recomienda a las personas que manifiesten síntomas como fiebre y dificultades respiratorias que busquen asistencia médica lo antes posible.
Alteraciones neurológicas en el COVID-19
Más allá de la tríada de síntomas que incluyen la fiebre, la tos seca y el cansancio, se han podido observar otro tipo de complicaciones relacionadas. Entre estas alteraciones derivadas de la infección por COVID-19 se han encontrado problemas neurológicos derivados de daños en el sistema nervioso. Aunque el virus se replica a nivel pulmonar en los neumocitos, se ha comprobado que pueden causar daños a nivel neuronal en la astroglía y la microglía. Por ello existen pacientes que han llegado a presentar síntomas neurológicos claros.
Consultando la literatura científica, encontramos autores que proponen una división de estos síntomas en tres categorías. Estos síntomas son: síntomas del sistema nervioso central, síntomas del sistema nervioso periférico y síntomas musculares. Relacionados con las alteraciones del sistema nervioso central se encuentran el mareo y el dolor de cabeza. Relacionados con los problemas del sistema nervioso periférico están los problemas de gusto y olfato. Por otra parte, los problemas musculares se han relacionado con el dolor subjetivo. Además, otros problemas se han manifestado a través de alteraciones cerebrovasculares, ecefalopatías y encefalitis.
Probablemente, la pérdida de olfato y gusto han supuesto el síntoma más conocido entre aquellos que han padecido el COVID-19. Es probable que todos tengamos a un amigo, familiar o conocido que nos haya expuesto este hecho tras contagiarse. Entre los problemas cardiovasculares, estudios muestran la existencia de pacientes que han sufrido ictus isquémico, hemorrágico y trombosis.
Por otro lado, la encefalopatía se ha visto desarrollada en casos de hipoxia grave, donde el suministro de oxígeno en el cerebro se ha visto interrumpido. El problema principal en estos casos ha venido relacionado con la alteración del nivel de conciencia del afectado. Mientras tanto, la encefalitis (inflamación del cerebro) se ha visto causada por la presencia del virus en el líquido cefalorraquídeo.
Alteraciones neuropsicológicas en el COVID-19
Si los síntomas neurológicos indicados previamente han sido poco conocidos por la población en general, los síntomas neuropsicológicos lo han sido mucho menos. Por este motivo, las personas afectadas por este tipo de daños se han visto desprovistas de un protocolo de actuación específico con el que poder actuar para paliar los déficits presentados. No obstante, algunas instituciones dedicadas a la neurorrehabilitación han comenzado a implantar programas de intervención para recuperar el estado previo de las funciones cognitivas de la persona.
Entre los principales síntomas neuropsicológicos que se han observado en los pacientes con daño neurológico derivado del COVID-19 se encuentran los déficits de memoria, los déficits en las funciones ejecutivas y problemas de tipo afectivo. Otros estudios también incluyen los problemas de atención, indicando que existe una disminución de la capacidad de la concentración con la que se lleva a cabo una tarea. Igualmente, se han podido observar síntomas de tipo neuropsiquiátrico, encontrándose el delirio, la disforia, el aislamiento, alteraciones del estado de ánimo y falta de inhibición entre ellos.
Es evidente que este conjunto de síntomas puede influir en la capacidad funcional de la persona, mermando y modificando su calidad de vida. Diariamente, podemos apreciar, a nuestro alrededor, que existen personas que indican uno o varios de estos déficits en su cognición, sin saber exactamente qué es lo que ocurre y si volverán a su estado previo.
La necesidad de información
Teniendo en cuenta la falta de información de la que disponen los pacientes que presentan alteraciones cognitivas a largo plazo, la información desde diferentes dispositivos de atención sería necesaria para asegurar una recuperación integral. Simplemente un breve asesoramiento desde los servicios de atención sanitaria sería útil para que los pacientes, por sí mismos, buscasen ayuda de un neuropsicólogo, en caso de ser necesario. Es importante que los pacientes recuperen su funcionalidad a nivel orgánico, pero también lo es a nivel cognitivo.
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