El dulce solemos asociarlo a la amabilidad y amor, adorado por todos, tanto niños como adultos, compañero de bebidas, postres y hasta de platos principales.
¿Por qué nos atrae tanto el dulce?
Pues lo cierto es que es un tema físico que se asocia con respuestas cerebrales primitivas, lo dulce se identifica como energético, mientras que lo amargo se asocia a una posible toxicidad. Hace miles de años lo tomábamos de forma esporádica y hoy en día su consumo es constante.
El azúcar está presente en la mayoría de los productos que compramos, en muchos casos de manera casi oculta, y ya no viene acompañado de los beneficios que tenía en su forma natural.
Para evitar problemas de salud, la cantidad máxima diaria que deberíamos consumir son unas siete cucharadas de azúcar.
No es fácil en absoluto mantenerse dentro de esos límites, teniendo en cuenta que una sola lata de cualquier refresco contiene más azúcar que esa cantidad.
Por eso, la mayoría buscan la manera de reemplazar al azúcar, siendo la opción más popular los edulcorantes artificiales, que con pocas o ninguna caloría proporcionan ese gusto dulce.
¿Son los edulcorantes artificiales más saludables que el azúcar?
Por lo pronto, existe la creencia de que mientras el azúcar engorda, los edulcorantes no, y, además, son muchos también los que consideran que son más sanos que el azúcar.
Todos apuntan a cumplir la misma función: endulzar en lugar del azúcar, lo que significa aportar menos calorías.
Algunos como la sacarina, el aspartamo, el acesulfame K y la sucralosa son muy dulces en pequeñas dosis, lo que los hace ideales para usar en chicles sin azúcar y refrescos bajos en calorías.
Otros como el xilitol y el sorbitol, en cambio son más voluminosos, por lo que son útiles como reemplazo en productos de confitería.
Sin embargo, no dejan de ser aditivos artificiales que se incorporan al alimento y, por tanto, no tan saludables.
¿Debemos consumirlos si son artificiales?
Nos encontramos con hasta 19 edulcorantes artificiales que están aprobados por la UE, y que, por consiguiente, pueden aparecer en los productos sin que nos percatemos de ello.
Al no ser azúcares refinados, podemos pensar que con ellos estamos a salvo, pero hay estudios que demuestran que no son completamente inocuos: en dosis más grandes pueden provocarnos algún desequilibrio en nuestro cuerpo porque se produce el “efecto suma”, que nos puede llevar a superar las dosis diarias recomendadas.
Sin lugar a duda, que limitemos la cantidad de azúcar que consumimos es algo bueno, ya que ayuda a reducir el riesgo de diabetes, obesidad y caries, pero ¿es sano tomar diez refrescos light?
Determinar si intercambiar azúcar por un edulcorante es realmente saludable en todas las circunstancias, es muy difícil.
Lo cierto es que no hay garantía de que te mantendrás delgado y en forma al comer productos bajos en azúcar y calorías. No son un reemplazo para una dieta saludable.
Tipos de edulcorantes artificiales
Debido a la moda de productos light y para no engordar, estamos rodeados de edulcorantes artificiales como sustitutos del azúcar, y la industria alimentaria los ha incorporado para promover sus productos como saludables y aptos para personas con diabetes.
A continuación, indicamos una tabla de los principales edulcorantes utilizados en España, junto con la ingesta diaria admisible.
EDULCORANTE
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INGESTA DIARIA ADMISIBLE (IDA)
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Aspartamo (E951)
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40 mg/ Kg peso/ día
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Sucralosa (E955)
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15 mg/ Kg peso/ día
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Sacarina (E954)
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5 mg/ Kg peso/ día
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Neotame (E961)
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2 mg/ Kg peso/ día
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Acesulfame potásico (E950)
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9 mg/ Kg peso/ día
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Ciclamato (E952)
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7 mg/ Kg peso/ día
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Advantame (E969)
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5 mg/ Kg peso/ día
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¿Los edulcorantes artificiales me harán adelgazar?
Puede ayudarte a perder peso que reduzcas las calorías que obtienes del azúcar, sin embargo, tu dieta en general y el ejercicio físico que realices, así como tu composición genética y metabolismo, dependerán del peso que pierdas.
No obstante, cambiar a alimentos y bebidas endulzados artificialmente podría ayudar a algunas personas que hacen dieta, en su cierta medida.
Si tomas dos litros de refresco light al día, tomas galletas y chocolate con edulcorantes, comes caramelos sin azúcar entre horas y cenas yogures edulcorados, lo que ocurre es que estás enganchado a los sabores dulces.
El azúcar es una comida que produce adicción, y los edulcorantes son su metadona. No estás cambiando tu forma de comer, sino sustituyendo una adicción por otra.
Para tu salud lo mejor sería que abandonaras galletas, refrescos, caramelos y golosinas, y sustituyeras todo eso por alimentos frescos.
Conclusiones
Los edulcorantes artificiales no sólo están en las bebidas light o zero, sino en yogures, leches fermentadas tipo Actimel, galletas, salsas, postres, golosinas, precocinados, medicamentos, suplementos, alimentos para diabéticos… es un mundo que va mucho más allá del edulcorante que añadimos al café con leche y podrían ser tan dañinos como los azucarados o incluso peores, por las alteraciones del metabolismo que parecen causar.
Existe cierta controversia sobre si los edulcorantes son saludables o no, sin embargo, por norma general, el azúcar es mucho peor para todo el mundo.
No parece buena idea si dejas de tomar dos litros de refresco light al día y vuelves a tomar dos litros de refresco con azúcar, ya que estás añadiendo 140 gramos de azúcar pura a tu dieta.
Por otro lado, es poco probable que la sacarina en tu café o un par de chicles sin azúcar te causen demasiados problemas.
Por tanto, lo mejor es evitar el consumo regular tanto de edulcorantes como de azúcares y vigilar lo que consumimos, porque están más presentes de lo que pensamos.
Y ante la duda, elige siempre lo natural.
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Comentarios
El problema de los edulcorantes artificiales es precisamente eso, artificiales, y muchos de ellos derivados del petróleo.
El azúcar realmente no lo necesitamos para vivir. De hecho, con la propia alimentación, frutas, verduras, etc. ya tenemos lo necesario.
Y es cierto que, por desgracia, prácticamente todos los alimentos procesados llevan azúcar o derivados sintéticos.
Natural no es sinonimo de bueno, como artificial no es sinonimo de malo. Hay muchas sustancias venenosas naturales, por ejemplo. Y sustancias artificiales buenas.