La Navidad ya está aquí, Papá Noel pronto entrará con su saco y llenará la casa de regalos y con suerte los Reyes Magos no nos traerán carbón. Vuelve el pavo de navidad, el cordero, el champán, las uvas y las cenas y comidas rodeados de seres queridos.
Son una pena las preocupaciones por la dieta en las Navidades, ya que deberían ser días para disfrutar de los nuestros. Como cada año estas fechas tienen doble cara: o bien preocupan los excesos y nos encontramos personas que dicen: “no probaré ni un solo polvorón” o, por el contrario, nos encontramos las personas que se excusan en estas fechas, las cuales son una vez al año, para ir como toros de miura consolándose con el: “ya en enero me pongo a dieta”. Ninguna de estas dos ideas es acertada.
Y aquí viene lo que sorprenderá a muchos: lo que menos nos preocupa a los nutricionistas en estas fechas son los días principales, esos señalados en el calendario donde nos juntamos en torno a una mesa para celebrar. Lo verdaderamente preocupante es la falta de autocontrol, y la ventana de oportunidad que le abrimos a la Navidad pensando que “todo vale en estas fechas” y que “de perdidos al río”.
Aplicar como norma “en Navidad 0 excesos” no es realista, y tampoco necesaria. ¿A quién no le gusta disfrutar de una buena cena de Navidad, turrones y mazapanes? ¿y eso, sabéis qué? ¡Está bien! Se debe disfrutar y dar el tiempo que se merece a todo. Y tener en cuenta que fechas señaladas vamos a tener todos los años ¿No será mejor saberlas gestionar con control y bienestar?
Los dulces fit navideños: un arma de doble filo
Por el miedo a comer los alimentos tradicionales navideños, en estas fechas se recurren a mil estrategias para “poder comer de todo” pero con la sensación de estar comiendo de forma más saludable o menos calórica.
Primero debemos tener claro que la palabra Fit viene del vocablo inglés Fitness, el cual significa “bienestar”. Por lo que podemos considerar fitness un estado de salud física, vida sana y práctica de ejercicio físico.
Pero, respecto a la alimentación ¿qué es Fit? ¿lo contrario a Fat? Pues a priori podemos pensar que sí. Por Fit nos referimos a los alimentos que presentan una calidad nutricional beneficiosa para el organismo y los objetivos del deportista. Pero ¡ojo! No tiene nada que ver con que su valor energético sea alto o bajo, o que tenga grasa o no. Muchos alimentos son muy saludables y no por ello son bajos en calorías.
No obstante, vamos a desmentir el primer mito que encontramos, un alimento etiquetado como Fit no tiene siempre por qué ser saludable.
Es normal que la confundamos con la alimentación “healthy” o saludable, ya que ambos están relacionados con el estilo de vida sana y la actividad física. Básicamente, la diferencia principal es que con las comidas healthy queremos estar sanos, sin la necesidad de lograr un físico definido o fuerte. En cambio, con la comida fitness vincularemos nuestro entrenamiento con alimentos o productos que nos ayuden a lograr un objetivo. Y esto no quiere decir que en la mayoría de las veces se ingieran alimentos beneficiosos.
De hecho, y aquí viene el primer problema, existen numerosas marcas que usan la etiqueta «fitness» para hacernos pensar que estaremos consumiendo productos saludables. Un claro ejemplo son los yogures proteicos que podemos encontrar en algunos supermercados. Se puede pensar a priori que incluir esto en la dieta es mucho mejor por el alto aporte de proteínas, pero no se tiene en cuenta la cantidad de azúcar u otros añadidos que hay en estos productos.
Pues con los dulces fit pasa lo mismo. Son las versiones “menos calóricas” o elaboradas con alimentos más naturales o saludables que su versión original.
Pero entonces ¿Cuál es el problema de los productos fit?
Lo que venimos comentando. Desafortunadamente, el término “fit” se utiliza con demasiada alegría y soltura, asociándolo con cualidades y supuestos beneficios que no son del todo recomendables o ciertos. Estrategia que se usa en estas fechas también para vendernos ciertos dulces o productos, creyendo que son más saludables, por el doble de precio y olvidando que pueden añadirle quizás más proteínas, por ejemplo, pero estando presentes otros añadidos poco interesantes.
Si, por el contrario, en vez de comprarlos, optamos por llevar a cabo recetas caseras podemos preguntarnos ¿elaborar una versión “fit” del turrón tradicional o de un polvorón es más saludable?
Una receta fit hecha por nosotros puede ser más apropiada, más ricas en nutrientes de calidad ya que controlaremos qué añadimos en estos dulces. Pero claro, no son recetas bajas en calorías precisamente. Esto no tiene por qué ser malo, siempre que sepamos qué tenemos delante. Por ejemplo, podemos cambiar la harina por frutos secos molidos y endulzar con dátiles triturados; son ingredientes con muchas calorías, pero más nutritivos.
Las calorías no lo son todo, aunque eso tampoco quiere decir que tengamos que comer estos dulces a diario sin límite. En cualquier dieta sana los dulces son totalmente prescindibles. No los necesitamos para vivir, no cumplen ninguna función básica y no forman parte de los alimentos que el cuerpo necesita para desarrollarse correctamente.
¿Significa eso que hay que renunciar a ellos? Los menos golosos no tendrán problema, pero el resto de la población no tenemos por qué torturarnos por ceder a un consumo ocasional. El problema es que repetimos con demasiada frecuencia, y cuando los dulces son caseros solemos creer que hay carta blanca.
Y este es el verdadero problema, siempre se piensa que si es sano se puede comer más, aumentando el consumo de este tipo de alimentos. Tendemos a comerlos en exceso porque no vemos riesgo en su consumo. Es habitual la creencia de que por ser casero es más sano, y eso nos lleva a abusar de la repostería casera o de estos dulces fit.
Así que mentalmente es preferible, ya que sea cual sea la versión el consumo debe ser ocasional, poder permitirnos y no privarnos del dulce original, el cual nos hace tomar más consciencia de lo que estamos comiendo, y disfrutarlo sin culpa.
Es decir, como el objetivo es comer este tipo de productos ocasionalmente, ¡no te prives de comerte un polvorón de toda la vida! Esto, en el contexto de unos hábitos saludables el resto del año, no tiene ningún perjuicio, al contrario.
Cuanto más nos prohibimos comer algo, más deseo y ansiedad creamos en torno a ese alimento. ¡Así que hay que mirar también los beneficios psicológicos y la salud mental en estos casos!
Y para finalizar... algunos trucos para mantenerte en forma en Navidad
Recordad lo siguiente estas navidades:
- No cocinéis para 25 personas si vais a ser 4.
- ¡No está prohibido beber cosas sin alcohol!
- ¡Los gimnasios no cierran en navidad!
- Se puede hacer ejercicio en casa o al aire libre también.
- ¡Se siguen vendiendo verduras, frutas y hortalizas!
- No hace falta comprar 24 kg de polvorones que nos duren hasta el verano, solo los que vayamos a consumir los días puntuales.
- No dejéis de comer por haber cometido un exceso con la idea de compensar, la idea es volver a los hábitos cotidianos, normales y saludables los días no festivos.
Desde aquí invito a reflexionar: ¿Cómo quieres sentirte cuando pase la Navidad? ¿Qué decisiones van a hacerte sentir bien realmente? ¿Puedes disfrutar igualmente de tus seres queridos y de las comidas especiales sin llegar al descontrol?
Olvidémonos de la báscula en estas fechas. No hay que valorar los hábitos en función de si ganas más o menos peso. Valoremos más el cómo nos sentimos físicamente (digestiones, energía, imagen…) y mentalmente (sensación de control, cumplir objetivos, disfrutar plenamente sin culpa…)
En los buenos hábitos tiene cabida un dulce, un vino, embutido… la clave es el equilibrio.
¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!
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