Si usted tuviera en su mano una sustancia inofensiva que automáticamente mejorara sus capacidades físicas... ¿la utilizaría?
La ética es la parte de la filosofía que estudia los principios morales a través de los cuales actuamos. Todas las conductas humanas pueden analizarse desde un punto de vista ético. Pero la ética no es una ciencia exacta, y presenta diferentes límites en los que es muy difícil formarse una opinión inequívoca e incuestionable.
Condiciones físicas y ética en el deporte
La ética en el deporte no está exenta de estos puntos límite, en los que es necesaria una amplia discusión para obrar de la forma más adecuada posible en todos los ámbitos. Y aun así, en muchas ocasiones, es imposible llegar a un punto de consenso. En este contexto surge el dilema del dopaje genético o, en otras palabras, el uso no terapéutico de terapias génicas para mejorar el rendimiento deportivo.
Como sucede en toda disyuntiva ética, existen personas que apoyan estas prácticas y fervientes detractores. En este artículo trataremos de dar toda la información posible para que el lector adquiera herramientas que le ayuden a posicionarse de un lado u otro y, por qué no decirlo, generar preguntas que le hagan cuestionarse diferentes principios en torno al dopaje y sus límites éticos.
Fundamentos biológicos de la terapia génica
Como todos sabemos, nuestro ADN contiene el código de nuestro cuerpo. Explicándolo de una forma divulgativa y muy elemental, podemos decir que ese código dictamina qué proteínas debe crear nuestro cuerpo para ser como somos.
Alterando este código, podemos alterar nuestro cuerpo y si, por ejemplo, un gen hace que nuestro organismo sintetice una hormona para favorecer el crecimiento, simplemente aumentando la producción de ese gen podríamos crecer más. De hecho, esta es una línea actual de investigación para tratar a niños con problemas de crecimiento: modificar su genética para que el organismo sintetice la hormona del crecimiento (GH) de manera normal. En la actualidad, dado que aún no existe dicha terapia génica, la hormona GH se administra en forma de inyecciones para el tratamiento de esta patología.
Las terapias génicas tienen su fundamento en servir de ayuda para personas con enfermedades y problemas de salud derivados de la alteración del funcionamiento normal en sus genes. No obstante, de su uso no terapéutico se pueden obtener ventajas suficientes para convertir a un atleta en campeón.
Enfocada a la mejoría del rendimiento deportivo, el dopaje genético se divide actualmente en tres frentes principales: el aumento en la producción de hormona de crecimiento, la inhibición de la miostatina (un inhibidor del crecimiento muscular) y el aumento de la síntesis de Eritropoyetina, más conocida como EPO, la hormona que produce glóbulos rojos y que facilita el aumento de oxígeno en sangre.
¿Por qué es tan relevante el dopaje genético?
Debido a la potencia del deporte como negocio, existen diversas presiones por conseguir diseñar al superhombre, capaz de ganar en esta o aquella competición y conseguir la fama, el dinero, o lo que sea que se busque.
Uno de los principales problemas característicos del dopaje genético es que sería nuestro propio cuerpo el productor de la ventaja física, de modo que su uso es prácticamente indetectable. Por ello, es uno de los principales retos a los que se enfrenta la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) en la actualidad y de cara al futuro.
Por otro lado, si las terapias génicas llegan a funcionar como se prevé y son capaces de preservar a un ser humano del deterioro muscular, mejorando y prolongando su buen estado físico durante años… ¿Tiene sentido privar a una persona, deportista o no, de estos beneficios?
Entonces, ¿es ético el uso de terapias génicas en el deporte o no?
Aquí entra el auténtico e indescifrable enigma: encontrar dónde se encuentra el límite entre lo que es ético y lo que no. Podríamos poner el límite, por ejemplo, en la salud del deportista y afirmar que todo factor externo que suponga un riesgo para la salud del deportista es inadmisible.
Pero entonces, si se demuestra que una terapia génica es segura, ¿es ético emplearla para mejorar el rendimiento? ¿Dónde está el límite entre una situación patológica y una situación normal en la que se puede permitir la administración de ciertas sustancias?
Además, ¿hasta qué punto debemos prohibir el uso de estas prácticas? Desde los efectos especiales en el cine a la producción en la música, todas las disciplinas están salpicadas por la intervención de factores ajenos al puro arte o destreza de los actores implicados.
La post producción fílmica, el uso de autotune (sí, artistas muy reconocidos y de indudable talento emplean autotune en sus grabaciones para perfeccionar y explorar en sus obras), incluso técnicas más comunes y diarias como el maquillaje, son prácticas que podrían considerarse dopaje artístico. Así que, si también en el deporte existen “ayudas” totalmente seguras y que mejoran el rendimiento, ¿por qué no habrían de utilizarse?
Yo, pese a mi supuesta condición de articulista imparcial, voy a mojarme: el deporte, cuanto más natural y ajeno a este tipo de prácticas, mejor.
Personalmente, no me causa curiosidad el límite del cuerpo humano como una cuestión biológica, sino como un asunto de superación y esfuerzo. No obstante, el mundo del deporte está influido por factores externos desde sus inicios, y soy consciente de que muchos de los deportistas y récords que tanto admiro presentan una importante fracción de ayuda externa sin la cual sus hazañas habrían sido muy diferentes.
Por ello, considero que todas estas dudas y dilemas en busca de los límites éticos deben ser constantes e ineludibles para cualquier amante del deporte (y de la ciencia).
Debate abierto. Y usted... ¿Qué opina?
Categorizado en:
Biosanitario