El dolor se define por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con daño tisular real o potencial, o descrita en términos de dicho daño. Todas las personas experimentan dolor en algún momento de su vida, siendo este uno de los síntomas más frecuentes y más fácil de reconocer cuando se siente.
Sin embargo, conocer el tipo de dolor o su procedencia es tarea complicada incluso para los profesionales de salud, ya que se pueden individuar diferentes tipos de dolor. Es importante, acudir al médico cuando no sea una sensación habitual pues quizás la medicación que se tome no sea adecuada para ese tipo de dolor, es decir no cualquier analgésico sirve para todos dos dolores, por así decirlo, cada llave encaja con su cerradura.
Diferentes tipos de dolor
Puede clasificarse según su duración, como agudo, si es de corta o media duración o crónico, si sobrepasa semanas. Algún ejemplo de tipo agudo sería el producido en el parto, de garganta tras infección, el postoperatorio; y dolor crónico, el causado por hernias, artritis, migraña, entre otros.
Otro tipo de clasificación, quizás la más compleja es según la fisiopatología, es decir:
Dolor nociceptivo o fisiológico
Es el tipo más común y es una sensación desagradable causada por la detección de estímulos nocivos o potencialmente dañinos por los nociceptores alrededor del cuerpo. Los nociceptores pueden detectar cuando hay daño en órganos somáticos o viscerales, cuando se exponen a las sustancias químicas tóxicas o a las temperaturas extremas. Para su tratamiento se suele utilizar Paracetamol, Ibuprofeno, Ácido Acetil Salicílico, incluso opiáceos si este es más severo. Estos medicamentos tienen diversos mecanismos de acción pero todos consiguen romper la transmisión de las señales del dolor de los nociceptores al cerebro.
Dolor neuropático
Está asociado a las neuronas del cuerpo, las cuales tras detectar el daño a nivel de Sistema Nervioso Central o Periférico, envían señales dolorosas, además de desagradables, aberrantes. Cómo se produce no está del todo claro, y su origen surgió al aparecer de dolores cuya expresión era diferente al nociceptivo. Su manejo es muy complejo, ya que es crónico y no suele responder de forma adecuada al tratamiento con analgésicos habituales. Se suele emplear otro tipo de medicación como antidepresivos, antiepilépticos u opiodes.
Dolor psicógeno
El dolor tiene un elemento orgánico (lesión física) y otro psíquico (sufrimiento, emoción). El dolor psicógeno es aquel que no resulta de una estimulación nociceptiva ni alteración neuronal, sino que su causa es psíquica. La influencia de este tipo de dolor es más común en el dolor crónico. Si se trata de manera inapropiada, pueden aparecer problemas de tipo psiquiátrico. Las pautas analgésicas en muchos casos son desconocidas o usadas de modo inadecuado o a demanda y el riesgo en estos pacientes es que, dada su escasa efectividad en este tipo de proceso, se pueda cronificar. Por esto es importante individualizar el tratamiento en estos casos y actuar considerando que es multifactorial.
Medicamentos habituales para el tratamiento del dolor
Los medicamentos para el dolor se dividen en: analgésicos simples (paracetamol, metamizol, aspirina), antiinflamatorios no esteroideos (AINE), opioides (Morfina) y fármacos coadyuvantes como anestésicos locales, antidepresivos, ansiolíticos, corticoides y otras sustancias sin efecto directo sobre el dolor pero que pueden mejorar los síntomas del paciente si se administran junto a analgésicos.
En el día a día, ante cualquier dolor, nos solemos decantar por uno de estos tres medicamentos: Paracetamol, Ibuprofeno y Aspirina (AAS), al ser los menos lesivos. Sin embargo cada uno tiene su forma de aliviar según qué dolor y una serie de efectos adversos a considerar, los cuales se muestran en la tabla 1 junto al resto de fármacos de uso habitual.
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Fármacos más usados para el tratamiento habitual del dolor, indicaciones y posibles efectos adversos.[/caption]
Por tanto, para abordar los dolores de manera adecuada hay que tener en cuenta una serie de consideraciones, como son: nunca infravalorar los dolores, detectar el origen de los mismos, individualizar el tratamiento y vigilar las interacciones, priorizando siempre la vía oral.
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