En la situación sanitaria actual, todos los profesionales del mundo de la salud representan un papel muy importante en la lucha contra la pandemia de enfermedad por coronavirus. Y entre ellos, se encuentra el Medical Science Liaison, cuya figura quizá no sea tan conocida, pero que tiene un rol fundamental en la investigación farmacéutica.
En este artículo descubriremos que es el Medical Science Liaison y profundizaremos en el papel de la dexametasona como tratamiento al COVID-19.
¿Qué es eso del Medical Science Liaison?
Dado que para las personas ajenas al entorno de la industria farmacéutica esta profesión les puede ser desconocida, lo primero que haremos en este artículo es describir brevemente las funciones principales del Medical Science Liaison (MSL) dentro de la industria del medicamento. Dichas funciones se pueden resumir en dos: adquirir conocimiento y transmitirlo. El MSL ha de ejercer de asesor científico dentro de su área terapéutica, por lo que debe tener un conocimiento amplio, profundo y actualizado sobre las materias de su área, y debe actuar como enlace y comunicador de su conocimiento científico entre los distintos departamentos, desde el marketing y comercialización de medicamentos hasta la colaboración y asesoramiento directo con el equipo investigador. Por ello, su papel cobra aun mayor importancia en estos tiempos, recabando información relevante y valiosa sobre nuevas posibles vías de tratamiento de la enfermedad COVID-19 y transmitiendo sus conocimientos de una forma rigurosa, documentada y accesible en su entorno profesional.
¿Qué fármacos estudian las industrias farmacéuticas para tratar la COVID-19?
Básicamente, todos los que puedan tener una potencial aplicación terapéutica. A día de hoy, lógicamente, gran parte de los esfuerzos de la industria farmacéutica se están dirigiendo a frenar las terribles consecuencias de la pandemia por COVID-19 que existe en la actualidad. Por ello, el papel de los MSL se convierte en algo crucial dentro de la lucha contra esta enfermedad: desde su posición de asesores científicos y de expertos en los diferentes fármacos, es su deber aportar ideas que den lugar a nuevas líneas de investigación que puedan resultar en soluciones al problema de salud global que supone la COVID-19.
Los expertos en cada área científica de todas las industrias farmacéuticas han volcado grandes esfuerzos en realizar una exhaustiva búsqueda dentro del arsenal farmacológico actual, con el objetivo de vincular las características terapéuticas de los fármacos existentes con una mejoría en la evolución de la enfermedad provocada por el coronavirus. Algunos de los fármacos que con más fuerza han sonado en los medios de comunicación debido a los prometedores estudios que se han publicado sobre ellos hasta la fecha, son: Remdesivir, Aciclovir, Hidroxicloroquina… y Dexametasona, sobre el que profundizaremos más en este artículo.
La dexametasona es un corticoesteroide, empleado en numerosas afecciones, desde edemas cerebrales a crisis asmáticas, por sus propiedades antiinflamatorias e inmunosupresoras. Es importante señalar dos aspectos sobre el tratamiento con Dexametasona en COVID-19: su uso solo está aconsejado en pacientes graves que requieren oxígenoterapia. Explicado a grandes rasgos, la dexametasona no aporta nada a nuestro organismo en términos de lucha contra el virus, sino que mejora la respuesta respiratoria, contribuyendo a la eficacia de la oxigenoterapia. Esto, según el estudio RECOVERY (Randomized Evaluation of COVid-19 thERapY, el primer comunicado que hizo referencia a la eficacia de la dexametasona en el tratamiento del COVID-19), se traduce en una mayor tasa de supervivencia de estos pacientes, que son capaces de sobreponerse a las complicaciones respiratorias producidas por el virus. Por esta razón, en etapas tempranas de la enfermedad, donde no han aparecido dichas complicaciones respiratorias, la administración de dexametasona no presentaría ningún tipo de eficacia. En este enlace de la OMS, se explica de una forma muy detallada y accesible los aspectos más importantes del uso de dexametasona en el tratamiento de COVID-19.
¿Es la dexametasona, o alguno de estos fármacos, la cura definitiva al COVID-19?
Tristemente, ninguno de estos fármacos constituye una medicación de garantías frente a la enfermedad. No obstante, cada uno de ellos ha significado un pequeño avance en su tratamiento, lo que se traduce en que, poco a poco, el sistema sanitario cada vez está más preparado para tratar esta enfermedad.
Si bien es cierto que en España la situación actual de la pandemia es alentadora en comparación con la actualidad de otros países (o en comparación con nosotros mismos hace unos meses), es vital recordar que la COVID-19 sigue siendo una amenaza real, en continua expansión (con múltiples rebrotes en España), que ha alcanzado un nuevo máximo de contagios diarios a nivel mundial ayer 13/7/2020 y contra la que no existe vacuna. Por todo esto, debemos de estar lo mejor preparados posible en términos de arsenal terapéutico, con el fin de atender de la mejor manera a las personas que contraigan la enfermedad. Y, en este sentido, el MSL ha de estar a la altura, detectando las principales vías de actuación contra la enfermedad y aportando ideas innovadoras y eficaces en la investigación del tratamiento de la misma. No obstante, y como a estas alturas todos debemos saber, ningún sistema sanitario está preparado para afrontar una segunda ola de COVID-19 de la magnitud de la primera que sufrimos en España. Por ello, sin duda alguna, el tratamiento de primera elección ha de ser siempre la prevención.
Cuídense mucho.
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