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Cosmetología
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Cosmetología: porque el cuidado personal también es una ciencia

Hoy en día todo trata de ampararse y justificarse mediante la palabra ciencia, y la cosmética no es una excepción. En este caso, la cosmetología se define como la ciencia que estudia los efectos de los productos cosméticos y sus condiciones de uso. Dado el auge de los productos cosméticos para todo tipo de población, desde bebés hasta ancianos, pasando por hombres, mujeres, niños y adolescentes, la cosmetología cada día está más en boca de todos.

Para comprender qué entendemos exactamente como cosmetología, primero debemos comprender qué es un producto cosmético. Para ello debemos acudir al Reglamento del Parlamento Europeo 1223/2009 que define como producto cosmético a “Toda sustancia o mezcla destinada a ser puesta en contacto con las partes superficiales del cuerpo humano (epidermis, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos) o con los dientes y las mucosas bucales, con el fin exclusivo o principal de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto, protegerlos mantenerlos en buen estado o corregir olores corporales”.

Teniendo esto en cuenta, podemos definir la cosmetología como el estudio completo de todos estos productos cosméticos, su método de uso y sus aplicaciones.

¿Por qué es necesario estudiarlos, si son totalmente inocuos?

En muchas ocasiones tendemos a considerar como inocuos a todos los cosméticos, ya sean cremas antiedad, perfumes, desodorantes o pintalabios. Sin embargo, sabemos que esto no es necesariamente así. Si bien muchos de los cosméticos que existen son totalmente inofensivos, algunos llevan en su composición determinadas sustancias que pueden ejercer un efecto pernicioso para la salud. Gracias al estudio de la cosmetología, comprendemos que las diferencias del cuerpo humano entre dos individuos pueden ser muy evidentes, y dependiendo de la edad, el sexo, enfermedades que se presenten, etc. la persona demandará un producto u otro, que tendrá sobre su cuerpo un efecto u otro. Por esta razón, es lógico que los tratamientos corporales deben estar orientados específicamente a cada persona. En especial, se ha de tener especial precaución con los diferentes grupos de riesgo, especialmente mujeres embarazadas y bebés.

¿Qué ejemplos existen de cosmética personalizada en estos grupos de población especiales?

Como hemos explicado, la individualización es una de las claves del éxito en el campo de la cosmética. Por ejemplo, en el caso de las mujeres embarazadas, una de las causas más frecuentes por las que se recurre a soluciones cosméticas es la aparición del cloasma, unas manchas irregulares que brotan en la cara durante el período de gestación. Los despigmentantes frecuentemente están desaconsejados durante el embarazo, por lo que en este caso deben recomendarse fotoprotectores de factor alto, uso de sombrero en horas punta de sol e incluso la ingesta de ácido fólico, ya que existen estudios que apuntan a que un déficit de esta vitamina se relaciona con la aparición de dichas manchas. Sin embargo, si estas manchas se producen en el rostro de una persona que no está embarazada, los despigmentantes sí pueden ser perfectamente aconsejables (siempre dependiendo de cada caso).

Este es solo un ejemplo de cómo un producto aconsejable para una persona puede estar totalmente desaconsejado en otra. Por su parte, otro ejemplo de un grupo de riesgo donde se debe tener especial cuidado son los bebés. Frecuentemente, en el cuidado de la piel del bebé, los padres olvidan que sus características físicas son muy diferentes a las de un adulto, por lo que es importante recordarlo y remarcarlo. Esto se refleja, por ejemplo, ante el dilema de si debo embadurnar a mi niña en crema antes de ir a la playa con un fotoprotector del 50 o si será suficiente con uno del 20. Pues bien, según explica la FDA, por lo general ni lo uno ni lo otro: no es recomendable aplicar protector solar a un bebé menor de seis meses. La razón de esto es que la piel del bebé es muy sensible y puede absorber diferentes compuestos si se aplican en la piel, por lo que dentro de lo posible, para minimizar todo lo posible los efectos perjudiciales de una radiación ultravioleta excesiva siempre trataremos de evitar exponer al bebé directamente al sol, y lo protegeremos mediante sombrillas, sombreros y ropas ligeras que cubran su piel.

Como puede verse, las particularidades de los diferentes productos cosméticos son infinitas en función de las características de la persona que va a aplicárselos, por lo que la cosmetología trata de estudiar a fondo estas sustancias y no dejar ningún cabo suelto para que podamos disfrutar de estos productos y sacarles el máximo partido.

La belleza de la piel es un aspecto muy importante para un gran número de personas, pero el estudio de los diferentes compuestos presentes en los cosméticos, tanto químicos como naturales, es un punto crucial para disfrutar de una cosmética eficaz y segura.

¡Cuídense mucho!

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