El carcinoma basocelular, también conocido como carcinoma de células basales, es una de las formas más comunes dentro de los cánceres de piel. Aunque puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, en la gran mayoría de las veces se produce en aquellas partes de la piel expuestas a la luz. Por ejemplo, el cuello o incluso el cuero cabelludo. Su apariencia es similar a la de una lesión vascular cutánea.
Por suerte, los carcinomas basocelulares son un tipo de cáncer que presenta un muy buen pronóstico. Así, puede ser tratado de una forma segura y eficaz mediante una extirpación quirúrgica o, incluso, en ocasiones, mediante métodos no quirúrgicos. ¿Lo mejor? Presenta tasas de curación muy esperanzadoras, cercanas al 100%.
¿Quieres conocer más sobre qué son los carcinomas basocelulares o cuáles son los principales factores de riesgo? ¡Vamos allá!
¿Cuáles son los factores de riesgo para desarrollar esta enfermedad?
Los principales factores que aumentan el riesgo de padecer carcinoma de células basales están estrechamente relacionados con la exposición directa al sol. Todos sabemos que el sol es una importante fuente de Vitamina D y disfrutar del aire libre trae consigo muchos beneficios. Sin embargo, una sobreexposición a las radiaciones solares puede ser muy perjudicial para nuestra salud. Además, las quemaduras solares graves también se han relacionado con una mayor frecuencia de aparición de carcinoma de células basales, por lo que presentar una piel muy clara constituiría otro factor de riesgo para desarrollar esta enfermedad. ¿Sol? ¡Sí, pero con control!
El resto de factores de riesgo que se vinculan a esta enfermedad pueden considerarse como menos específicos y más “genéricos” dentro de otros tipos de cáncer. Así, otros factores de riesgo son:
- Una edad avanzada
- Poseer antecedentes familiares de cáncer
- Haber estado en tratamiento por medicamentos inmunosupresores
- Tratamiento por radioterapia previo
¿Qué puedo hacer para prevenir la aparición del carcinoma basocelular?
Lógicamente, las medidas de prevención del carcinoma basocelular se orientan a minimizar los factores riesgo ya mencionados. Principalmente protegiendo las áreas del cuerpo que puedan estar expuestas a una excesiva radiación ultravioleta (UV). Así, precauciones como evitar las camas solares, protegernos mediante filtros solares contra la exposición al sol, usar ropa de protección para tratar de minimizar los efectos negativos de la radiación ultravioleta y revisar la piel para informar de los cambios al médico, constituyen una serie de acciones que nos pueden ayudar a que el pronóstico de esta enfermedad sea aún más favorable.
Sin embargo, no debemos olvidar que una detección precoz es algo clave para aumentar las posibilidades de éxito en el tratamiento contra cualquier patología y el cáncer de piel no es una excepción. ¡Acudir al médico es clave!
¿Cuáles son los tratamientos disponibles contra esta enfermedad?
Los tratamientos principales se orientan a la extirpación, ya sea quirúrgica o no, de la zona afectada, dejando únicamente en el cuerpo piel sana, libre de células cancerosas. El tratamiento principal y más básico es la escisión quirúrgica. Esta consiste en cortar la lesión cancerosa (también un margen alrededor de la lesión) para cerciorarnos de que no queda ninguna célula cancerosa en nuestra piel. Podría decirse que es la versión literal de “cortar por lo sano”. Después, al microscopio, el médico comprobará que efectivamente los bordes de la piel extraída se encuentran libres de células malignas, por lo que también lo estará el paciente.
Este método es totalmente válido y usado en la práctica. Sin embargo, se ha ido perfeccionando para tratar de minimizar su invasividad. Con este objetivo se ha desarrollado otro de los tratamientos más comunes, la denominada “Cirugía de Mohs”. Este tipo de cirugía se basa en extraer finas capas de piel de la zona afectada y examinarlas después para, de esta forma, continuar eliminando capas de células cancerosas hasta conseguir dejar únicamente la piel sana. Este tipo de cirugía tan precisa es similar a la extirpación quirúrgica, pero presenta la ventaja de que al realizarse de esta forma tan progresiva es muy poco invasiva. De hecho, suele realizarse de forma ambulatoria, con anestesia local, pero es además muy efectiva y permite eliminar todas las células cancerosas respetando las células de la piel sanas. ¡Genial!
¿Cirugía? ¡No siempre!
Pero no todos los tratamientos implican necesariamente una cirugía. También existen tratamientos no quirúrgicos contra esta enfermedad, de entre los que destaca la “terapia fotodinámica”.
La terapia fotodinámica es altamente específica, es decir, se dirige a las células cancerosas, minimizando así sus efectos secundarios y constituyendo una terapia muy segura. El tratamiento se realiza aplicando una crema sobre la piel dañada. Esta crema debe actuar sobre la herida durante unas horas. Al cabo de este tiempo, se hace incidir un haz de luz sobre la zona afectada durante 10 minutos, que ataca directamente a las células cancerosas.
La base científica de esta terapia reside en la fotooxidación de la célula (es decir, oxidar la célula mediante luz). Para ello, se ha de administrar un fotosensibilizante (la crema) y al aplicar la luz adecuada, atendiendo a su longitud de onda, se destruyen las células.
¡Examina tu piel para evitar riesgos!
Como hemos visto, con un poco de conocimiento sobre el carcinoma de células basales y un control adecuado de nuestra piel, es sencillo tomar las medidas necesarias para minimizar los factores de riesgo.
Además, existen tratamientos poco invasivos y efectivos contra esta enfermedad por lo que, por suerte, con un manejo correcto esta patología presenta generalmente un buen pronóstico. Sin embargo, todo ello será todavía más importante si examinamos la piel de forma habitual.
¡Cuídense mucho!
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