El aceite de colza, también conocido como aceite de nabina o de canola, se obtiene de la semilla de la colza. Esta planta pertenece a la familia de las brasicáceas. Es originaria de la India, pero después de la Segunda Guerra Mundial fue cuando el cultivo de la colza se extendió a gran escala en Europa, siendo España uno de los productores.
El aceite de colza es un producto económico que en España utilizamos para el ámbito industrial y para la exportación.
Sin embargo, principalmente, es conocido por el escándalo que causó hace 40 años. Entonces, provocó la mayor crisis sanitaria europea hasta la aparición del coronavirus, debido a una intoxicación alimentaria por la ingesta de aceite de colza adulterado.
Según las cifras recogidas por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), por esta crisis murieron 5.000 personas y 60.000 sufrieron un envenenamiento.
¿Cómo surgió el síndrome de aceite tóxico (SAT)?
El primer caso de esta extraña enfermedad se detectó en Torrejón de Ardoz, en el mes de mayo de 1981. En apenas dos semanas, los hospitales colapsaron.
Los primeros síntomas fueron respiratorios, con la aparición de una neumonía atípica. Los pacientes se quejaban de dolor en el pecho, dolor de cabeza, pérdida de apetito y sudoración, entre otros.
Provocó también manifestaciones cutáneas, afectaciones como fibromialgia, fatiga y dolor crónicos, además de deformidades articulares, aunque la gravedad de los síntomas variaba en cada persona.
El pediatra Juan Casado atendía a los pacientes en el Hospital Niño Jesús y decidió crear un equipo de diagnóstico que incluyó a cuatro de sus colegas. Los cuales detectaron que, al contrario de lo que las autoridades sanitarias pensaban, la enfermedad no tenía un periodo de incubación bacteriana. Afectaba casi al mismo tiempo a personas cercanas porque todos enfermaban a la vez, lo que era muy extraño para una enfermedad infecciosa.
¿Por qué se produjo la intoxicación provocada por el aceite de colza?
Tras analizar grupos e identificar edades, lugar de residencia y dieta de los pacientes, dieron con la causa: un aceite de tapa roja y supuestamente de oliva.
El envenenamiento masivo fue por unas garrafas procedentes de Francia, cuyo aceite de colza estaba desnaturalizado con anilina (una sustancia tóxica). Fue vendido a granel como aceite de oliva en mercadillos a un precio bastante más económico.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) confirmó que la base de los aceites que se vendían fraudulentamente como aceite de oliva estaba formada por un 60% de aceite de colza desnaturalizado y el resto por aceite de orujo de oliva, o en algunos casos por grasas animales.
La desnaturalización del aceite es un proceso que consiste en añadir productos químicos para utilizarlo industrialmente en pinturas o instrumentos musicales, y no como alimento.
El escándalo provocó un endurecimiento de los estándares de control y seguridad en el país. Además de un mayor control de la importación masiva de aceite desnaturalizado desde Francia, así como de su posterior refinamiento y mezcla con sustancias como la anilina.
38 empresarios del colectivo aceitero fueron procesados. Sin embargo, solo dos, directivos de RAPSA y Raelsa, fueron condenados a 20 y 12 años de cárcel, respectivamente.
40 años después la batalla no ha terminado
Cuando el asunto parecía olvidado, 6 víctimas del aceite de colza entraron al Museo del Prado e iniciaron una protesta que denominaron como "el abandono del Estado".
Dentro del museo hubo momentos de tensión, ya que uno de los manifestantes amenazó con tomarse pastillas de no ser escuchado por el presidente del gobierno.
Aproximadamente 20.000 personas siguen con secuelas a día de hoy debido a su consumo. Desde la plataforma de afectados “Seguimos viviendo” continúan luchando para que no se olvide este trágico incidente que originó secuelas crónicas en miles de personas.
De hecho, una mujer de 55 años, que tenía 15 cuando enfermó con el síndrome y estuvo más de un año hospitalizada a causa de las secuelas, es la coordinadora de dicha plataforma, que agrupa unos 600 sobrevivientes.
Para muchas familias el aceite de colza sigue siendo una pesadilla de la que aún no han despertado. Hace casi 20 años recibieron unas indemnizaciones que hoy les parecen insuficientes.
¿Qué piden las víctimas del SAT?
Las víctimas del SAT necesitan que el caso no sea olvidado. Ni por el gobierno, ni por la sociedad. De hecho, muchos afectados dependen totalmente de sus familias a día de hoy. Así, necesitan atención médica constante y apoyo psicológico que nunca recibieron.
Por todo ello, los sobrevivientes piden la creación de un comisionado que se ocupe de la problemática que muchos enfrentan 40 años después, ya que consideran que están malviviendo. Dentro de los proyectos que la Plataforma lidera para intentar recoger fondos se encuentra una exposición fotográfica de siete mujeres del grupo. Posaron desnudas para mostrar las secuelas del SAT en sus cuerpos. Sin embargo, todavía no han encontrado un espacio para ser exhibida.
Estas víctimas quieren recoger fondos para llevar su causa al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En este sentido, indican que el gobierno se comprometió a cuidarlos hasta el fin de sus días y no lo están cumpliendo.
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