Imposición a plazo fijo
Dentro de los productos financieros o productos de inversión que se ofrecen a los inversionistas, uno de los que más aceptación tiene es el denominado depósito a plazo fijo o imposición a plazo fijo.
La imposición a plazo fijo permite a los inversores, tanto empresas como personas físicas, depositar en una entidad financiera una determinada cantidad de dinero por un periodo de tiempo específico y un tipo de interés pactado previamente por ambas partes.
Lo que define a este tipo de operación es que, en principio, la cantidad de dinero que se ha depositado no se puede retirar hasta que no finalice el plazo fijo estipulado. Esto significa que el dinero queda inmovilizado durante un periodo de tiempo que garantiza cierta seguridad y estabilidad al inversionista. Sin embargo, en principio no se puede hacer la retirada del dinero, pues realmente existe una posibilidad de hacerlo, pero incurriendo en una penalización. Esta penalización supone la pérdida de parte de los intereses pactados. Es lo que se conoce como una cancelación anticipada y puede estar prevista en el contrato, tanto cuando será posible hacerla y que tipo de penalización va a llevar aparejada.
Si el inconveniente para el inversionista es la no disponibilidad de su dinero durante un plazo fijo, la ventaja es una tasa de interés más elevada que en cualquier otro tipo de depósito. Esta tasa de interés no tiene por qué ser fija, pues va a depender de multitud de variables que van desde el montante invertido, el plazo fijado para la inversión, las condiciones del mercado, etc.
Rentabilidad vs. riesgo
Debemos recordar que a la hora de realizar una inversión, los factores que miden los inversionistas son la rentabilidad del producto, pero también su riesgo. La imposición a plazo fijo es considerada una inversión de bajo riesgo o riesgo nulo. Esto se debe a que la totalidad del capital invertido está garantizado y, en ningún caso, se va a perder. Además, al tener una tasa de interés fija, los inversionistas conocen desde el primer momento el rendimiento que van a obtener por este depósito, pase lo que pase. En definitiva, el inversionista va a tener asegurado tanto el capital invertido como el tipo de interés que se le ha prometido en el momento de hacer la imposición.
Conociendo ya las características que definen a la imposición a plazo fijo, está claro que se destina a inversionistas poco arriesgados. Se trata de inversionistas que desean no perder poder adquisitivo y buscan inversiones con poco riesgo, aunque sea a cambio de renunciar a posibles ganancias si el dinero se hubiera destinado a la adquisición de acciones, por ejemplo.
En resumen, una imposición a plazo fijo es un producto de inversión ofrecido por entidades financieras que permite a los inversionistas depositar una cantidad de dinero por un período de tiempo determinado, a cambio de una tasa de interés fija. Es una opción de inversión de bajo riesgo que brinda seguridad y estabilidad, aunque no suele ser la opción más rentable en comparación con otros productos de inversión más arriesgados.